domingo, 23 de mayo de 2010

Jugando con fuego...


En un flash de mi mente, le miré a los ojos y decidí aceptar la cita de aquel desconocido, me pareció atractivo y simpático mas no tenía ninguna pretensión sexual con él, simplemente no me apetecía, no despertaba nada en mí, pero es momento de olvidar, es momento de empezar de cero... y este podría ser un buen comienzo.

Llegué a casa con tiempo, en el ascensor, como de costumbre, me miré en el espejo, necesitaba un tratamiento de belleza completo... crucé la entrada de casa y tras posar las cosas sobre la mesa, me dirigí al baño mientras me descalzaba, como si de una india se tratara, me encanta sentir el frío suelo bajo mis pies, me coloqué frente al espejo y con suma concentración tomé las pinzas de depilar y perfilé mis cejas, la perfección comenzaría a hacer mella en mi rostro pasadas unas horas, tomé un bote de arcilla guardado en el fondo de un cajón y cubrí mi rostro.

En la cocina, preparé un café y se me antojó un cigarro para calmar los nervios, mientras, la pedicura era algo imprescindible para las sandalias de tacón que había elegido en el tren de camino a casa.

Uñas pintadas, rostro depilado y café en el cuerpo; me dirigí a la ducha y me horroricé de mi rostro cubierto de arcilla mientras desnudaba mi cuerpo al completo, frente al espejo, entonces, me sumergí bajo el agua mientras ungía mi cuerpo en aceite de aloe vera, piel suave y brillante cuando acabara el proceso, jabón en el pelo y agua, y más agua como si quisiera limpiar mi alma, y más agua, como si quisiera espantar todos los fantasmas de mi cuerpo esa noche, y más agua, como si quisiera lavar todos los rastros de él en mi cuerpo.

Sequé mi cuerpo rápidamente y me coloqué frente al espejo, desnuda, el pelo húmedo, goteando en mis hombros al descubierto y comencé a abrir cajones, pinturas de guerra, maquillaje a raudales para cubrir las heridas, sombras oscuras para una mirada prohibida, perfil negro, rimel para profundizar una mirada, para convertir los ojos en puro deseo...

Entonces todo sucedió muy rápido frente a mí, el vestido corto con mis piernas al descubierto, el pelo suelto, salvaje, al capricho del viento, los grandes tacones marcando aún más las curvas de mi cuerpo... y yo allí, sentada en el restaurante, pintando la comida con el rojo de mis labios, un rojo fuego, su mirada de deseo y mi sonrisa fingida, las copas mientras hablamos, y yo, fingiendo, evitando mostrar mis verdaderos sentimientos, queriendo que pasara rápido el lento tiempo, y sin saber cómo, me encontré allí, tumbada en el suelo bajo los efectos del alcohol, el vestido levantado y la lencería de mi tanga en los tobillos, pegada a los tacones aún puestos.

Sus manos rozando mi cuerpo, hurgando en mi sexo mientras yo estaba ahí, inmóvil, dándole mi cuello cuando buscaba mis labios, sintiendo cada embestida sin sentir absolutamente nada, pensando, deseando que acabara rápido aquel infierno más no podía sentir el fuego en el cuerpo con sus caricias frías, torpes, jugando en mi pecho y cada penetración se hacía lenta, cada embestida de su cuerpo se prolongaba en mi silencio con el eco de sus jadeos...

Aquellos instantes se hicieron eternos en mi cerebro y, entonces, volví en mí, inmóvil frente al espejo, llorando de rabia e impotencia, la pintura por mis mejillas, mezclada con el salado de las lágrimas que llegaban a mis labios y froté aquella mezcla con mis manos, mi cara un borrón, mientras me sentaba en el suelo, mientras me planteaba este juego de fuego al que me estaba sometiendo....

Me levanté y lavé mi cara, borré todos los rastros de la interpretación que había decidido para aquella noche, tomé el teléfono y suspendí la obra, escusa de última hora, alarde de mi imaginación para parar aquello, y aún desnuda, prendí un cigarro y me tumbé sobre la cama, ida, pensativa, más sé si hubiera seguido aquel juego, ese flash que me dejó inmóvil, que me paralizó por completo hubiera sido realidad, y aunque fué sólo un presagio, me sentía ultrajada, muñeca de los deseos de la vida, un juguete del destino... una mujer condenada por estar enamorada.... y ahora, echa un obillo entre las sábanas, pienso, vuelo libre en mis sentimientos y me invade la sensación de que no puedo luchar contra el destino, que las casualidades del destino nos cruzaron aquella mañana y no puedo enfrentarme a ello, que si este es mi camino, seguiré adelante por este sendero, más sin quererlo me he sentido ultrajada y violada frente al espejo, producto de mi imaginación, pero cierto en los sentimientos...

Me recuesto y me quedo dormida, volando al libre albedrío de los sentimientos, batiendo las alas del corazón, aunque en este juego de fuego, en este cuento, soy el cuervo negro, lucifer es quien mueve los hilos de esta marioneta en el teatro de la vida....




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