domingo, 5 de septiembre de 2010

La flor que guardo en mi cuerpo



Como un zagal, así desperté en la mañana, igual que en la pubiscencia, los nervios en el cuerpo a mi edad, un nudo en el estómago que no me permitía tragar el donuts grasiento que sujetaban mis dedos mientras leía la prensa en el desayuno, desgracias del mundo y ninguna alegría... pero hoy no me despertaban tristeza de la mierda de mundo que nos rodea, hoy no sentía la pena, no cabía un sentimiento más en este cuerpecito....

Sudor que supuran los poros de mi piel y se ve brillante frente al espejo mientras limpio el lavabo, recojo con garbo cada uno de los trastos que dejé tirados, desorden equiparable a la nostalgia, mas cuando siento la pena en el alma, el desorden que rodea mi cuerpo siempre es proporcional a la pena que siento y convierto en habitable mi pequeña cueva, me apetece sentir el orden, la limpieza y tirarme en el suelo recién fregado a respirar profundo, de fondo, el ruido de la lavadora haciendo los coros a la música que me hace mover el cuerpo con pasos de baile mientras sigo con mis labores, de vez en cuando, observo el erotismo de cuerpo al danzar en los azulejos, observo los movimientos en esa expresión del cuerpo que es la danza y me transmito a mí misma el deseo cuando arranco el vestido que cubre las curvas y el danzar de las caderas hace las delicias de mi mirada... me miro y me observo atractiva aún con el pelo grasiento y la piel sudada...

Continúo con los quehaceres cotidianos de la limpieza de esta que es mi cueva, mi refugio, mi pequeño rinconcito en el mundo, ese espacio donde yo soy el centro de su universo... y el nerviosismo en mi aparato digestivo, incomprensible reacción de mi cuerpo en esta mañana cuando realmente es otro día más, o aún más lúgubre, domingo y laborable en mi jornada, limpieza y trabajo, agotadora jornada que supongo terminará con mi cuerpo resquebrajado por el cansancio sobre el sofá, calor infernal y comida basura para cenar antes de dormir abrazada a ese oso que me acompaña en noches de soledad.... dulce ironía la de un súcubo que duerme abrazado a un muñeco de trapo.

Incógnitas en la cabeza cuando no sé lo que provoco en él, mas ahora que invade mi mente, ahora que le pienso se hace un piélago mi cuerpo cuando en mi paladar evoco el sabor de sus besos y en la piel recuerdo sus dedos que me recorren con esmero, y ahí, enfundada con el delantal frente al fregadero, divago con la imagen de su cuerpo desnudo, esos ojos verdes que me observan en la excitación mientras me comen a besos y ya no pienso, levanto los pies del suelo y abandono el fregadero, arrancando el mandil que me cubre el pecho, me tumbo sobre la cama y comienzo a recorrerme con los dedos, algarabía de caricias con el deleite de los sueños, delicias del cuerpo con los recuerdos y escurro mi mano entre las piernas, todo un ponto, resbalando por la piel suave, ni un pelo que rocen mis dedos, caricias en los belfos que me ahogan en la garganta los gemidos y juguetona con los deseos, veo el muñeco de trapo sobre las sábanas arrugadas, me penetro con los dedos, caricias lentas cuando siento las arrugas de los dedos, el dibujo de las huellas dactilares rozando por dentro, primero con un dedo, suave, lento, luego me invaden las ansias y se despierta la bestia y me pide más, me pide más por dentro y tomo uno de mis juguetes y lo enciendo, me penetro y encojo el cuerpo...

Dulzura en el interior, plañideras que salen en mi garganta cuando siento el regocijo de cada roce mientras mis piernas se mueven sobre ese pequeño juguete, placeres que calman el ansia y los nervios y me invade un orgasmo cuando me imagino tumbada sobre la cama, con su cuerpo de rodillas frente a mí, mis caderas levantadas y sus dientes apretados cuando me hace gemir en cada embestida mientras mi mano clava las uñas en la sábana y con la otra acaricio mi sexo, mientras por dentro siento el roce, la brutal dulzura de cada movimiento de su cuerpo que me hace temblar por dentro, y tiemblo, me encojo y grito en silencio con ese orgasmo que me recorre hasta la punta del pelo... panal de miel en los labios y ahora la calma en el cuerpo... y el nerviosismo en los pensamientos cuando deseo que posea la flor de mi cuerpo y me haga levitar del suelo, que arranque de mis entrañas el ángel negro, el súcubo de los deseos y sea una algarabía el sudor de los cuerpos frente al espejo, mientras en sus ojos verdes veo que soy la musa de sus deseos mas secretos, el súcubo de de la calentura en su cuerpo... y le guardo la flor que tengo en el cuerpo, para que disfrute del aroma de sus deseos...