jueves, 29 de agosto de 2013

La muerte en un beso

Salí de la ducha con la toalla enroscada al cuerpo y otra en el pelo, sin más, una cita más, una espina clavada en la mente de este súcubo, una víctima más que devorar con furia y alzar el vuelo... Abrí el armario y elegí una falda de volantes, muy corta, mostrando mis muslos y dejando marcada la figura de mi trasero, provocaciones al deseo culminadas con un corsé que marcaba mis grandes pechos y la curva de la cintura; lo coloqué todo sobre la cama y me fui secarme el pelo, completamente liso, cayendo como dagas que se clavarían en su alma, pensé mientras me miraba en el espejo, y tomé el estuche del maquillaje para marcar el fuego de mi mirada. Me miro de reojo y me veo simplemente divina, una mueca de sonrisa en mi rostro y acudo saltarina sobre la cama, me visto con presura y salgo corriendo de casa, ensimismada en mis pensamientos, acudo a su encuentro ¡cuatro copas, puro sexo y desaparezco!

Estaba allí, apoyado en la barra, con su cerveza en la mano, mirándome como un chiquillo nervioso, con una sonrisa en los labios, que volvió seria al aproximarme a él, mientras mi sonrisa pícara permanecía intacta, un saludo y comenzaron las risas entre tragos, más no duró mucho la entrega a la bebida, descuidé mi control del juego y su mirada se cruzó fija con la mía, penetrando en mis ojos la desnudez de los suyos, y mientras mi mano rozaba su piel suave en lo que era un descuido intencionado, un escalofrío invadió mi cuerpo, me sentí temblar y sentí como cambiaba el semblante de mi mirada, ya no era pura provocación, ya no era la mirada del súcubo de fuego, sentí que se me escapaba el alma al mirarle y en un intento por atraparla, me perdí aún más en el inmenso mar de sus ojos dejando que mis labios rozaran los suyos y me atrapara en un beso, dulce, intenso, cargado de deseo, lleno de sentimientos..... un beso que supondría la muerte de esa fiera que había invadido mi cuerpo.

Ni siquiera recuerdo como desaparecimos del gentío, no recuerdo que mis pies tocaran el suelo, ni que mis alas alzaran el vuelo, cruzamos el umbral del portal y apareció el súcubo que alberga mi ser, besándole con furia, puro fuego en cada caricia mientras le arrancaba la ropa, puro deseo, puro fuego en sus manos que iban deshaciéndose de mis prendas sin separarse de mis labios, mordisqueando el labio inferior y haciendo arder mis entrañas cuando sus labios resbalaban por mi cuello... Jadeos de una garganta acelerada que se convirtieron en gemidos cuando sus labios rozaron mis pezones y sus dedos resbalaron por mi cintura, bajando por mi sexo y penetrando en un juego dulce y acelerado al mismo tiempo, quemando las entrañas, haciendo temblar mi parte humana, haciendo temblar al súcubo....

Disfruté de cada caricia, de cada estímulo en mi piel, esas manos hacían que me retorciese sobre las sábanas, encogiese mi cuerpo y no pudiera siquiera pronunciar una palabra, haciéndo gritar mi garganta cuando sobre mí me penetró y comenzó el baile de sus caderas, marcando un ritmo que las mías se empeñaban en seguir, buscando un placer mayor aún, si era posible, orgasmos que se sucedían uno tras otro, pero no apagaban el deseo, mis uñas clavadas en su espalda y la humedad de mi sexo empapando sus caderas que me golpeaban una y otra vez.... hasta que cayó sobre mí, jadeando, con la sonrisa grabada en la mirada de ambos, los cuerpos cansados y otra vez el temblor de mi cuerpo cuando me sorprendió con la dulzura de un beso en la frente, mientras sus mano acariciaba mi rostro apartando el pelo de la cara. 

Sentía el cansancio, más no podía parar, había perdido la noción del tiempo, todo contacto con el suelo, no existía más mundo, sólo el de su mirada y me giré en la cama, colocándome sobre él, aún con su pene dentro de mí, le besé los labios y comencé a mover mis caderas con suavidad, buscando un roce completo, profundo, lento y muy placentero.... mi espalda arqueada, la cabeza mirando al cielo, gemidos cada vez más fuertes, y las ansias de placer se apoderaron de mi cuerpo, frenesí de los movimientos hasta que un grito fuerte atronó contra las paredes y no podía parar de temblar, no podía controlar los movimientos de mi cuerpo, explosión de placer en mi interior y la onda expansiva del suyo, que se encogía debajo de mí, con las uñas clavadas en mis caderas, apretándome fuerte contra él y de nuevo el movimiento lento de mi cuerpo, disfrutando de los temblores, disfrutando al ver que no puede parar de encogerse si no paro de moverme y me invade otro orgasmo, y otro, y otro, hasta que el placer se hace insoportable para ambos y me abraza fuerte, inmovilizándome, pegada a su piel, ambos sudados, la sonrisa en los labios, y mi mirada de nuevo perdida en la suya, no la veo, pero sé que destila ternura, que está cargada de brillo y en ella no queda ni rastro de la fiera que devora a cada una de sus víctimas... y allí permanezco inmóvil, agotada, incapaz de alzar el vuelo, y allí me quedo, dormida, sonriente, tranquila, sabiéndome protegida incluso del ataque del más feroz de los kraken.... 
 


Por tí me desangro al escribir....