viernes, 25 de junio de 2010

Súcubo herido, ángel caido

Despecho, dolor y rabia bajo las alas, cerradas a cal y canto envolviendo mi cuerpo desnudo, agazapada en un rincón, a la intemperie, bajo la lluvia... así estoy unos instantes antes de que el alcohol que ahora invade mi cuerpo me convierta en incendiable, corta mecha para toda la carga explosiva que hay en mi cuerpo, y un mechero entre los dedos...

Llámame puta si quieres, mas define esas palabras en tu cerebro y dime si no es generosidad lo que alberga mi cuerpo cuando soy víctima de malos sentimientos y me da por regalar mi cuerpo, cuando la rabia me invade hasta el punto de despreciar mi cuerpo y regalarlo a cualquier precio... si soborno a la vida cambiando sexo por cariño cuando la soledad duele tanto que por dentro muero y por las migajas me entrego, cambiando algo grande por sólo las migajas como niño inocente que no sabe el valor del cromo que tiene entre los dedos...

Y ahora, que en vez de sangre es alcohol lo que corre por mis venas, cuando mi mente está tan nublada que veo demasiado claro en esta neblina borrosa, ahora que no me puedo engañar a mí misma vuelve su recuerdo y soy capaz de odiarme a mí misma cuando busco su atención a cualquier precio, cuando sé que puedo hasta suscitar risas en su alma y me siento ignorante, siento que en estos momentos no me quiero a mí misma, pues por sólo unos minutos de su atención centrada en mí sería capaz de matar al mismísimo Zeus.

Llámame puta borracha si quieres, inconsciente y desalmada pero ahora despliego mis alas y me siento abeja reina cuando revoloteo de flor en flor provocando los deseos, mas me apetece probar el sabor del polen de todos y cada uno de ellos en este inmenso jardín, pero sé que en cada caricia que recorre mi cuerpo está su sonrisa tatuada a a fuego y aunque soy un ángel, voy donde me lleva el viento, pues este ángel se siente desamparado, perdido, lejos del cielo y el infierno...

Soy diosa de deseos, súcubo de fantasías de todos ellos, pero mujer, alma que camina con miedo y me siento al borde del abismo, pensando saltar al vacío, con las alas cerradas cuando siento que he de regalar mi cuerpo para sentirme más mujer, para sentir que hay algo dentro, para sentir que estoy viva aún en estas mazmorras que encierran mi cuerpo, libre como el viento.

Alcohol que me convierte en incendiable, puro fuego por dentro bajo la lluvia y mis dedos se introducen en mi boca, empapándose en saliva para jugar con mi cuerpo, húmeda por fuera, húmeda por dentro y en mi boca el gusto dulce de mi flujo, sabor amargo del alma que no endulza el sexo, mas sigo con la tortura de flagelarme a mí misma con los recuerdos mientras mis dedos me penetran con fuerza, placer doloroso de sexo salvaje que a mí misma me atizo, con fuerza, mezcla de dolor y placer, quejidos y gemidos que no me importan pues ahora el sexo no es un placer, es un castigo a mi cuerpo, penitencia por todo el vicio que llevo dentro, represalia por regalar mi cuerpo, condena de los sentimientos... y esta vez no siento los ríos de flujo recorriendo mis muslos, esta vez siento un orgasmo de sentimientos cuando las lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia recorriendo mi rostro y las uñas se clavan en mi cuerpo, con rabia, mientras un grito se arranca de mis entrañas, expresión de odio hacia mí misma... y aunque no muero, aunque sigo respirando, siento la paz absoluta al escuchar el agua, al sentir la humedad en el cuerpo de este súcubo herido por los sentimientos.... ángel caído incapaz de emprender el vuelo...