martes, 31 de agosto de 2010

Frágil


Sentada sobre el sofá, a trochemoche en mi interior, con la calma del silencio, ese silencio que propicia paz, calma, ese silencio que se palpa en el aire y que resquebraja la música que se escapa de los altavoces rasgando la paz que envuelve la estancia, en el interior, los pensamientos se agolpan en la cabeza, corretean y se me revelan cuan guerrilla que rompe la paz... aparentemente todo está en calma, aparentemente todo es paz en el mundo de silencios y melodías relajantes, pero las apariencias engañan cuando en mi mente se libra una gran batalla entre la nostalgia, los sueños y la razón, un disparate de pensamientos cuando pretendo permanecer con los pies en el suelo y no puedo evitar salir corriendo y alzar el vuelo... ¿para qué quiero mis alas si no puedo volar cuando no me gusta lo que hay en el suelo?

Vuelo, vuelo y planeo y vuelvo a poner los pies en el suelo, vuelvo a sentir la realidad de la monotonía de cada día, sigo naufraga de los pensamientos y me regocijo en las pequeñas cosas de cada día, esas que hacen que valga la pena seguir respirando cuando la nostalgia me lleva a esos momentos que despiertan sonrisas, esos momentos que hacen que te sientas especial cuando eres capaz de hacer sonreír, de secar una lágrima y hacer que muera en unos labios que regalan una sonrisa, esas caricias que encienden el alma cuando percibes el cariño de las manos que te las da, esas palabras regaladas... mas ¿de qué vale el más caro de los regalos cuando despierta la misma ilusión que unos buenos días en el teléfono al despertar?

Preguntas sin respuestas en la mente y sigo buscando, busco en mi interior las respuestas a los recelos que plantea el día a día, lágrimas y sonrisas, cambios de ánimo cuando hoy río y mañana, lloro, inconformismo ante el convite de sensaciones de la vida y busco en mi interior esas nimiedades que son tan grandes, esas pequeñas cosas que tornan las gotas de lluvia en el sol que se dibuja en los labios cuando se muestran los dientes y el brillo de la mirada en una sonrisa sincera, una sonrisa que se arranca del alma sin pensarla.

Soledad que no me asusta, soledad que abriga mi cuerpo y lo rodea de nostalgia, soledad que siempre alberga mi cuerpo cuando adoro el silencio que envuelve la vida que tengo, cuando el jaleo y la algarabía se hacen insoportables y busco la paz, sosiego tumbada sobre la cama, aparentemente sin hacer nada, bocanada de humo en los pulmones y sólo los pensamientos, sólo la batalla que se libra en la mente cuando los sueños me hacen despegar los pies del suelo, cuando la nostalgia se hace insoportable y el sol que entra por la ventana se vuelve nublado, gotas de lluvia en mis ojos cuando cada traspiés se hace doloroso en el recuerdo y me reprocho a mí misma la pasionalidad que mueve mis pasos en cada momento, no hay disculpas posibles cuando no pienso, cuando dejo que me lleve el viento con las alas abiertas y ahora que analizo cada paso dado en el camino... ¿por qué pedir perdón por las cosas que salen del corazón?

¿Qué está bien? ¿qué está mal? jamás hallaré las respuestas a las incógnitas que me plantea el camino, mas si analizo cada paso, cada traspiés, cada decepción, cada alegría... si me devaneo la cabeza me doy cuenta de que no son mas que falacias pues de haberme quedado quieta, me preguntaría que hubiera sido si me hubiera dejado llevar por el viento, mas puede que mis actos sean como las olas que se estrellan contra la roca del acantilado cuando busco que sean un tsunami que arrastre con todo, jamás podré saberlo, mas cada movimiento de mi cuerpo es una reacción de los sentimientos que fluyen por dentro...

Nostalgia que invade mi cuerpo, sentimientos confusos, sentimientos encontrados cuando la pasionalidad que me viste por dentro arranca una sonrisa ahora en los recuerdos y una lágrima cuando me invade el anhelo en el silencio, y con esa lágrima aún en las pestañas, a veces, el deseo de ser más fuerte, el deseo de ser más calculadora en cada movimiento de mi cuerpo, pero no quiero, soy frágil y soy esencia, un sólo desprecio, una indiferencia o una palabra pueden tirarme al suelo, pero de ahí sé que no voy a pasar, ahí permanezco hasta que me levanto de nuevo con energías renovadas para volver a intentarlo, para salvar ese nuevo reto, quizás gane, quizás pierda... pero lo intento, lo intento de nuevo... y soy frágil, demasiado frágil cuando me rompo, frágil cuando me invaden los miedos y soy fuerte, fuerte cuando me recompongo y lucho de nuevo...

Fragilidad de mi cuerpo cuando soy puro sentimiento, alas abiertas al viento y vuelo, vuelo con las emociones sin la frialdad de calcular cada movimiento, soy lo que soy, soy lo que dictan las emociones que recorren mis venas y en cada palabra saco un trocito de mi alma remendada en las descomposiciones de los sueños, me siento frágil cuando siento miedo, cuando caigo al suelo, cuando la sustantividad me hace ver, momentos en que siento que me compongo de polvo, un soplido y me descompongo... un soplido y después, aloe vera.