lunes, 26 de julio de 2010

Súcubo atrapado en las redes del íncubo



Se ha echo ya el silencio y el vacío en la casa, otra vez entró soledad por la puerta con las maletas... se cruzarón sin verse en el umbral del pasillo, mientras se abría el ascensor y ella se escurría por detrás de nuestros cuerpos, mientas sus manos acariciaban mi espalda y las mías se abrazaban a la suya, mis labios rozando los suyos...

El día que le conocí, algo en él hizo que me resultara atractivo, algo de él me atraía, mas contuve mis ganas y mis malas artes, hice acopio de mi galantería y guardé mis deseos siendo compañera de risas y alcohol en la noche... no era momento de ser súcubo, no era momento de saciar la sed con su cuerpo...

Pasaron los días y seguimos con el contacto entre risas y conversaciones absurdas para el resto de mortales pero con un significado dentro de la comunicación que manteníamos, un lenguaje en clave, incomprensible si no se explica, palabras de locos a las puertas del manicomio, más bendita locura si hace más agradable la vida y no daña al resto de seres que la habitan.

Ya contaba con la cita cuando volvió a preguntar si yo formalizaba mi invitación, mas mis palabras no eran repetidas y él preguntaba de nuevo, ¿debía invitarle?, no sentía el deber, pero me apetecía, mas no buscaba sexo ni sus caricias, me agradaba su compañía.

Sus palabras me transmitían paz, sosiego, calmante mágico para mi ansiedad, conversación y preguntas, juego de palabras entre risas y puñaladas leves, de heridas que no sangran... y después de una apacible comida, tomamos camino de una tarde de sol, cervezas y agua fresca, ranas en la charca, juegos de acrobacias como si de delfines se tratase, mas el juego era de focas sin balón ni arenques como recompensa... y entre juegos me satisfacía rozar su piel, sentir sus caricias en el agua y el retorno a la niñez perdida...

Alcohol y música de fondo, bailes y risas sobre los tacones que calzaban mis pies, tiras de cuero subiendo hasta las rodillas en esas sandalias espartanas, pero muy femeninas, el vestido corto, marcando las curvas de mi cuerpo bajo el estampado salvaje de una cebra, hombros al descubierto, pinturas de guerra en el rostro, y me dejo llevar, mis pies se mueven sólos, mis caderas se contonean al ritmo de la música y transcurre la noche apacible entre risas y caricias.

Por primera vez siento miedo, se debaten la mujer el súcubo, batalla interna entre lo racional y el deseo, batalla interna que me paraliza, sin embargo soy presa de mis deseos cuando el súcubo que llevo dentro se desata, recorre mi cuerpo entero entre las caricias que le proceso, su piel desnuda, pegada a la mía sobre la cama, me domina al completo cuando sus manos siguen acariciando mi piel y siento sus besos dulces en mi cara, comienzo a abandonarme entre sus manos y me humedezco, siento la holgura en mi cuerpo y renuncio ante el anhelo.

Sus labios rozan los míos, sé que siente lo mismo por dentro cuando la consciencia se apodera de nuestros cerebros y rechazamos el intento, lucha interna de los cuerpos que se debaten sin miedo y su piel pegada a la mía, caricias que siguen con el juego, más ahora me invade la sensación de que soy presa de mi propio juego, esta vez no tendré lo que quiero... más dentro de nosotros hay dos voces que hablan sin cesar, un ángel del cielo y otro del infierno, lucha incesante entre los juegos hasta que ya no me contengo y mis labios rozan los suyos sin cesar, sé que no me va a regalar un despertar de sexo, sé que es un íncubo, que su fuerza es mayor que la mía y que disfruta con su sufrimiento, pero lo que él no sabe, es que yo lo hago con sus besos... me gusta el juego.

Transcurre el día, tumbados en la cama, abandonados al placer del sueño, las caricias y las regañinas de la conciencia, más no me importa la conciencia si la apacibilidad de mi cuerpo la propician sus manos y sus belfos... yo kuhaylan, él Ismaél... No puedo por menos que doblegarme ante sus caricias, que abandonarme a la voluntad de sus deseos... y mis manos siguen acariciando incesantes su cuerpo mientras me enciendo, más su mente se mantiene fría, sigue negando el capricho de sentir su cuerpo al completo, de abandonarme a las fauces del sexo entre el sudor y los gemidos, se niega a ser víctima en este juego... juego de lucha de poderes, lucha entre súcubos que me excita al completo más de forma extraña me sacian sus besos, quiero robarle más de ellos...

Largas horas a su lado, largas horas sintiendo el calor de mi cuerpo, sus manos rozando el mío, excitación que me humedece los muslos mientras sus manos hurgan en mi cuerpo, mis labios rozando su sexo, mirada desatada por el empeño, pasión en cada movimiento cuando mis labios mordisquean sus ingles y doblego su voluntad al capricho de mis caricias, de mis labios jugando con fuego... besos entre negativas, más sus manos siguen acariciando mi cuerpo desnudo, frente al suyo, de rodillas en el suelo mientas acaricio su pene con la lengua, lo relamo y lo mordisqueo... guerra entre su negativa y deseo.... y cuando siento que le he doblegado, que su cuerpo se somete al mío y la mirada de súcubo dominó su obstinación, mi inconsciente no quiere abandonar el juego, desea seguir con la guerra que durante el día se lleva librando, entre batallas ganadas y perdidas, entre momentos de caricias ardientes, instantes de calor que derrite por dentro y la dulzura de cada momento, sin embargo, cuando siento que estoy a punto de ganar la partida, me apetece prolongar el juego y mis palabras le devuelven a su empeño, obstinación por dominar la salvajedad de mi cuerpo, pues sus labios son un dulce que me apetece saborear de nuevo, no quiero que hoy termine el juego y me despido de él entre besos y caricias, mientras soledad se instala de nuevo en mi apartamento, pero hoy, la espanté de mí mientras me subyugaba a las reglas que marcaba el íncubo, dominada, abatida en el juego, pero cómoda ante el tablero...