lunes, 30 de septiembre de 2013

Mujer fría


Hoy has vuelto a visitarme tras mucho tiempo, hoy estas aquí, frente a mí, con un ramo de flores, un ramo de rosas blancas en la mano suplicando mi perdón entre lágrimas, diciendo que simbolizan mi pureza, pidiéndome que regrese a tu lado como si nada hubiera pasado, hoy estás frente a mí recordando los buenos momentos que pasamos juntos, las risas y los abrazos que hubo algún día cuando estaba a tu lado, las caricias que me dabas cuando me fundía desnuda bajo tu cuerpo, recordando mi imagen sonriente con un montón de peluches bajo el brazo cuando recorríamos la feria con un helado en la mano, los besos en lo alto de la noria cuando aprovechabas para abrazarme, como me mirabas cuando cruzaba el umbral de mi portal... y recuerdo todo eso y se me llena el alma de ternura de lo que fuimos algún día, recuerdo los buenos momentos que vivimos y sólo siento por dentro las ganas de rodearte con mis brazos y secar tus lágrimas, no puedo verte así... y recuerdo la fiesta de los fogones en la cocina cuando la ilusión de tu llegada era lo más grande, el ver la comida en dos platos sobre la mesa, el beso de buenas noches en la cama, el que dijeras "que rica esta la comida"... y me invade aún más la ternura, me invade aún más la nostalgia de lo que fue lo nuestro algún día...

Cierro los ojos y pensativa permanezco en el tiempo, pensativa me congelo en el momento cuando no encuentro el instante en que se perdió todo aquello, en que tus manos dejaron de tomar las mías al cruzar el umbral del portal y no puedo perdonarte, no puedo volver a tu lado cuando recuerdo que todo comenzó con las faltas de respeto, los portazos se convirtieron en tus manos golpeando mi cara al cerrar la puerta... y sentía vergüenza, sentía que yo provocaba tu ira, que mi comportamiento debía ser castigado con los morados de mis ojos que no cubría el maquillaje, mas intentaba taparlos en mi vergüenza, vergüenza porque los demás descubrieran que no me había quedado buena la comida, pues una inútil era cuando no sabía lavar las camisas, cuando las manchas de grasa en ellas se convirtieron en patadas en mis costillas y el dolor del alma paralizaba mi vida...

Pretendía que nadie se enterase de mi vergüenza cuando la violencia de tus manos se aplacaba con las lágrimas y el perdón, cuando era yo quien provocaba tu ira y cada paliza era merecida, intentaba tapar mi vergüenza cuando eras tu el que me quería, consejos sabios para convertirme en una gran señora, una mujer de su casa que actúa con sabiduría... mas siempre erraba en mis intentos y volvía a provocar la ira, patosa de mí cuando los vasos caen al suelo mientras los friegas y se hacen añicos, derroche de dinero en mis manos cuando las bolsas de la compra estaban medio llenas al entrar en el hogar, palabras que no debía pronunciar en el vecincario cuando sonreía y yo me ganaba cada paliza...

La vergüenza de mi misma, del aborto social que me sentía, se tornó en miedo y pasó al pánico cuando el dolor del cuerpo era nimio comparado al del alma, cuando ni siquiera el maquillaje cubría mi rostro por ser motivo de miradas, cuando los ojos se clavaban en mí por la calle observando las marcas que me cubrían y bajaba la mirada, más tu veías mi sonrisa y volvía a provocar la ira, cuando ponía todo mi empeño en volver a hacer una fiesta de la cocina y el plato se estrellaba contra los muebles o la sopa sobre mi cuerpo si estaba demasiado caliente... la alegría de escuchar la llave tintineando en el portal se convirtió en pánico al oirla y aun así no corría, no huía y mentía, mentía porque te quería... mas ahora siento lástima y aún cuando volvería a abrazar tu cuerpo y a sentir tus caricias mientras limpiaba tus lágrimas, no puedo, no puedo perdonarte, no puedo secar tus lágrimas mientras gimes frente a mí, de rodillas, suplicando mi perdón y que vuelva a ser parte de tu vida, mas no puedo porque tu me convertiste en fría, tu me arrebataste la vida el mismo día que te dije que esperábamos un hijo y negaste que fuera tuyo, palabras que mataban mi alma mientras tus piernas pateaban mi tripa y por mas que quería, no podía, no podía proteger su vida, como tampoco pude proteger la mía mientras el cuchillo atravesaba mi piel y mis lágrimas de nada valían... y no puedo perdonarte, porque tú me convertiste en una lápida fría que ahora adornas con flores y abrazas... mas ya no puedo perdonarte vida mía, ahora soy una mujer fría...