miércoles, 30 de junio de 2010

Recuperando el color de las alas al viento


Aquel desconocido no me dejo indiferente, escondido tras las gafas de sol con la sonrisa constante en los labios, tampoco me dejó indiferente la conversación que mantuvimos durante horas, y aunque ya tenía programada una cita con él, cuando me propuso adelantarla me sedujo la idea, realmente me apetecía cambiar los quehaceres cotidianos de mi vida por encontrarme con aquel chico esa noche, me apetecía abandonar la plancha, la aguja de coser y los tratamientos de belleza que había programado para mantenerme como una diosa del placer, así que decidí aplazar todas esas faenas y abandonarme en la distensión de su compañía.

La lastitud se apoderaba de mi cuerpo tras jornadas de trabajo agotadoras sin descanso y pernoctaciones delante del ordenador, día de trabajo relajado más mis piernas se sentían exhaustas tras la jornada de limpieza que había culminado el día, y aún así me decidí a meterme en la ducha, enjabonando mi cuerpo dulcemente con ese gel de frutas salvajes que da a mi cuerpo un aroma que me resulta irresistible, mi cuerpo aún húmedo, ungido en oleo aromático para dar un aspecto más sabroso a mi piel, el pelo recién lavado, con olor a limpio, secado al viento con un aspecto desaliñado y sujeto con unas pequeñas pinzas, dejando libre el rostro pero sin perder la soltura de una melena suelta, de aspecto hirusto.

Una fina capa de maquillaje, a penas invisible, lo justo para cubrir las pequeñas fallas de mi piel, una raya negra enmarcando mis ojos y un poco de rimel cuidadosamente colocado, maquillaje natural que me daba un aspecto totalmente seductor cuando me observé en el espejo con las braguitas y el sujetador cubriendo mi cuerpo... quería ser súcubo, pero natural a la vez, así que debía usar la mayor arma que tenía a mi alcance, mis ojos y mi sonrisa, el ser yo misma...

Abrí el armario y prácticamente no dudé las prendas que sacar de él, había elegido mi atavío en la ducha, practicamente sin pensarlo... un pequeño vestido de flores, en tonos azules y blancos que resaltaba sobre mi piel morena, bajo él, unas mallas azul marino, ajustadas haciendo aún más esbeltas mis delgadas piernas, y calzando mis pies unas botas también azules...

Baje a la calle antes de que llegara, me apetecía respirar aire fresco, sentir la brisa de la noche rozando mi piel, me había gustado lo que había observado en el espejo del ascensor antes de salir a la calle, me maravillaba la visión de mi cuerpo bajo ese vestido, con escote prominente y un vuelo que dejaba marcada la diferencia de mi cintura con mis caderas, curvas peligrosas en la noche de verano, asomando mis delgadas piernas bajo el vuelo del vestido.

Cuando apareció frente a mí le recibí con una sonrisa de súcubo, mas sabía que ya era presa de mis encantos en sus fantasías... y charlatana le conduje a un local vanguardista que dejó la huella de la sorpresa en él, mas bajo mis ideas no esperaba que le condujera a un lugar con ese encanto donde las bebidas energéticas sesteaban sobre la mesa mientras hablábamos placidamente en un sofá color crudo.

Entre risas me apetecía besar sus labios, mas me apetecía que fuera él quien lo hiciera, este demonio se estaba volviendo angelito y prácticamente no fumaba cuando el nerviosismo le invadía el cuerpo, no inhalaba el humo paliativo por no recibir las represalias de sus labios... mas sus ojos deboraban mis labios, pero su cuerpo permanecía inmóvil, y una conversación en la que cada vez se acrecentaban más las diferencias de opiniones e ideales, agua y aceite... y aún así algo en él me apetecía desear las caricias de su cuerpo cuando nuestras manos se rozaron accidentalmente y deliberadamente propicié que continuaran caricias suaves y con disimulo entre nuestros dedos.

Le miré fijamente a los ojos y sin pensarlo me decidí a poner fin al juego de las miradas acercando mis labios a los suyos, más no obtuve réplica, permaneció inmóvil, con sus ojos clavados en mí y la sonrisa en los labios, sabía que lo codiciaba, sin embargo quería hacer alarde de su potestad y durante unos segundos permaneci inmóvil, prácticamente rozando sus labios sin tocarlos, esperando su respuesta hasta que sus labios atraparon los míos entre sonrisas, roces entre nuestros belfos entremezclados con sonrisas y caricias suaves, dulces...

Mi cuerpo extrañaba mi actitud, deshabituada pero complaciente, y me abandoné entre sus brazos mientras entre besos y abrazos transcurría el tiempo y las luces se encendieron anunciando el cierre del bar. Nos dirigimos a pié hacia mi casa, donde aguardaba su coche y mi cama, mas entre besos y abrazos sin pensarlo le pedí que se quedara más tiempo, me apetecía fundirme entre sus brazos, y en ningún momento pensé doblegarme a las fauces del sexo, mi cuerpo estaba excitado, pero realmente lo que anhelaba eran las caricias de sus manos, el cariño con que me rozaban sus dedos, anhelaba el sentirme querida y el efecto que surtían en mí sus movimientos, me sentía cómoda, agusto, demasiado agusto...

Titubeó si cruzar el umbral del portal, mas mis labios y una caricia en su espalda hicieron que sucumbiera su voluntad a mis deseos y acobardado cruzó la puerta de mi apartamento, observándome en todo momento, con las manos en los bolsillos mientras atendía a las fieras que procesaban cariño por mi llegada... y por fin accedió a sentarse en el sofá, mirándome hasta que me senté sobre él y mientras le abrazaba juntaba mis labios con los suyos, fundiéndome entre las caricias que me propiciaba y los besos dulces, en un juego de dominio, una lucha pacífica por ver quien tenía el control de la situación, juego que me excitaba cada vez más hasta que su apetito se apoderó de él y, mientras estaba sentada a orcajadas sobre su cuerpo, sus manos se deshicieron de mi vestido, lamiendo la parte del pecho que quedaba al descubierto bajo el sujetador y con mi cuerpo en brazos, mientras besaba mis labios, me llevó a la cama, tumbándome sobre ella mientras en todo momento propiciaba caricias...

Mis manos se despojaron de mi sujetador y permanecí ahí, bajo su cuerpo, deleitándome con las caricias que hacían sus labios en mi cuello... y sin pensarlo dos veces, dejé esa sumisión para colocarme sobre él, juego de dominio que estaba en mis manos, partida de ajedrez en la que ahora mueven blancas... y sentía su respiración acelerada cuando besaba su cuello, cuando mi lengua recorría su pecho y mis labios jugaban con sus pequeños pezones, resoplidos de deseo que me excitaban cuando mis labios recorrían su cintura y arranque su cinturón para intentar deshacerme de los pantalones, pero necesité su ayuda... y seguí con mi lengua recorriendo su cintura y su toro desnudo para estrellar mis labios con los suyos antes de continuar con la faena de recorrer su torso con mi lengua húmeda, bajando poco a poco hasta deshacerme de la única prenda que vestía su cuerpo y mordisquear sus ingles, gemidos en su garganta y juego de deseo que me provocaba, mas sentí una gran excitación cuando mi lengua comenzó a jugar con sus testículos y sus gemidos se agudizaron cuando su pene se introdujo en mi boca juguetona, mordisqueandole suavemente mientras le miraba fijamente a los ojos, sin embargo, no podía contenerme la mirada, la desviaba al techo constantemente encogiéndose por el placer que le provocaba... y trepé por su cuerpo para morder su cuello antes de volver a besarle...

Arrancó mi cuerpo de encima del suyo, con ternura y se deshizo de mis bragas para acariciarme, estaba completamente húmeda, chorreante, cuando su lengua rozó mi clítoris y sus dedos jugaban con mis labios, retorcijones que provocaba el placer en mi cuerpo, pequeños movimientos que me excitaban aún más, y continuaba dulce, sumisa, hasta que me decidí a arrancarle de encima de mí con un pequeño empujón, y coloqué un preservativo entre mis labios para sentir sus gemidos mientras se lo colocaba con la boca, continuando con mi cuerpo sobre el suyo, dominante dominado bajo las fauces de mis piernas, gemidos que salían al exterior de los cuerpos en cada embestida y mis caderas juguetonas, buscando mi placer, el suyo... y sintiendo su pene totalmente dentro, el roce de su cuerpo en mi clítoris y sus manos en mis caderas me invadió el primer orgasmo, el primer orgasmo que me dejó encogida, aturdida y confusa, el primer orgasmo que sentía en mucho tiempo sin que me invadieran los recuerdos, sin tener que hacer acopio de la memoria para sentirlo... no había pensado en él y una sensación de bienestar mayor invadió mi cuerpo mientras mis caderas volvían a moverse despacio, como si comenzara de nuevo, pero pronto comenzó otra vez el frenesí y la velocidad de vértigo descompasando mis gemidos, los suyos... y el sudor en los cuerpos no importaba, el sofoco era paliado por el placer de cada movimiento, de cada orgasmo que sentía allí, de rodillas sobre él... hasta que nuestros cuerpos cedieron por completo y permanecimos ahí, tumbados uno sobre otro, con la piel desnuda, sudada, mi cabeza recostada en su pecho y sus caricias en mi espalda, abandonada al completo a la fruición de sus caricias en mi dorso, a veces agradables, a veces haciendo cosquillas... mas una sonrisa en mis labios y la sensación de no querer moverme...

No sé el tiempo que transcurrió entre caricias y mimos, perdí toda noción de la realidad abandonada entre sus brazos, sumisión y abandono que me sorprendió a mí misma, mas es algo inusual en este súcubo es dejar que se le propicie cariño cuando las fiera asoma en su rostro... y realmente me apetecía que se quedara, dormirme entre sus brazos y sentir el tacto de su piel suave rozando la mía al despertarme... realmente me apetecía estar ahí, arropada por el cariño de sus manos en medio de las tinieblas de la noche, pero con una sonrisa y un beso se despidió para irse...

Permanecí tumbada en la cama, sóla con los pensamientos, sóla con los sueños en las alas negras de este súcubo, de este angel del infierno, pero de nuevo despierto, de nuevo con ganas de vivir y los sueños de un nuevo amanecer, con fuerzas para levantarme de nuevo y ni siquiera sabía si volvería a verle, ni siquiera sabía si saldría corriendo o volvería a sentir su cuerpo, pero no importaba, no quería pensar en ello ahora que sentía que mis alas se volvían a agitar al viento, que sentía de nuevo los colores vivos en las noches de infierno, que sentía mis alas llenarse de color tal como sucede en los días de lluvia y sol en el cielo, sentía el arco iris brillar en mi cuerpo... alas coloreadas con brillo de nuevo...