viernes, 6 de agosto de 2010

Los antojos de Morfeo


Un largo y angosto día se avecina a la mañana siguiente y el cansancio de la jornada se empieza a hacer plausible sobre mi cuerpo sentado frente al ordenador así que decido irme a la cama con los nervios en la boca del estómago, congoja de sentir en el cuerpo los nervios cuan adolescente se tratase frente a su primera cita con el chico que le gusta, más la experiencia de la vida enseño a este súcubo como manejar el sexo contrario, pero me siento perdida... ahora mujer de carne y hueso, no sé si no ofrecer los embrujos de mi cuerpo y la alegría del ser que llevo dentro, y no puedo evitar el canguelo cuando pienso.

Me tumbo sobre la cama y con la luz apagada y la brisa filtrándose por la ventana, tapo mi cuerpo ante el frío de las noches frescas de verano con olor a campo, lozanía de los pueblos que me llena por dentro, naturaleza en estado pleno cuando son los grillos la nana que me mece los sueños y la luna la luz que evade el miedo, mas hoy no surte su efecto, un cigarrillo sobre los labios cuando la hora marca las doce cuarenta y pienso mientras mis dedos toquetean la colcha de la cama, siento miedo y congoja ante las adversidades de la adolescente despistada que me invaden por dentro, mas no hay obstáculo que no pueda salvar si me empeño, unas meras llaves no son capaces de retener mi cuerpo si de dentro saco la fuerza para ser como el viento, a veces brisa suave, a veces un tifón violento...

El reloj marca la una y sigo con los ojos abiertos, el ansia adolescente en el cuerpo me pide más humo, exhalo otra calada y pienso, advierto el miedo a no ser lo suficiente mujer, a no saber ser el súcubo de embrujos con sus besos y que se me escape entre los dedos, a no ser capaz de que me eche de menos cuando me alejo... imposible describir ese miedo que me carcome por dentro cuando no duermo... una maraña de pensamientos que desvelan el cuerpo y ruedo sobre la cama, cuerpo inquieto por las reflexiones del subconsciente que me quitan el sueño.

La hora marca las dos y sigo en vela, con los ojos abiertos, rodando sobre las sábanas con el humo de nuevo, miedos del subconsciente que me requeman por dentro cuando pienso en lo absurdo y lo ilógico de los pensamientos, miedo de asustarle con mis ansias de sexo, miedo a que busque la cordura en sus días cuando en mí la locura es permanente, miedo a que los días de sonrisa se tornen en lágrimas por el dolor en el pecho y a la caída de nuevo, miedo a que las lanzas que atraviesan mi cuerpo me desangren en el suelo, miedos irracionales del subconsciente que me quitan el sueño...

Son las dos y media y mi cuerpo sigue despierto, devanando los sesos con la irracionalidad que ciega mi cuerpo ante las pocas horas de sueño que me aguarda el tiempo, más ahora no puedo caer en sus garras, Morfeo me abandona en este momento y le suplico que apacigüe mi mente para sentir la paz en todo el cuerpo, con los ojos clavados en la luna y mis palabras hacia Morfeo, dios de los sueños, me invade el íncubo en las fauces del sueño y acaricio mi cuello bajo el abandono de la sensualidad de mis dedos, que se escurren por el pecho, colándose bajo las sábanas y palpando los muslos bajo el camisón que viste mi cuerpo, titubean sobre las bragas con caricias lentas que humedecen mi sexo y se escurren bajo ellas para sentir la humedad que me llena en la yema de los dedos, caricias suaves que provocan pequeños gemidos, casi imperceptibles al oído, pero sonoros por dentro en este placer solitario que sacia la mente y nubla los miedos, exploración de mi cuerpo con caricias que me hacen levitar bajo la luz de la luna cuando me rozo y siento el placer de descubrir mi cuerpo, de ser castigo y condena de los miedos que me acechaban cuando ahora solo siento el placer de las caricias calladas, imaginándome sus dedos, imaginando los placeres que me aguarda en silencio...

Él, dormido lejos, yo víctima del desvelo y los juegos por los que esperaba Morfeo, dedos de yemas empapadas en las mieles de mi cuerpo, saciando los vicios de Baco, influenciado por Afrodita, intentando calmar el desvelo del cuerpo con los dedos que me penetran a fuego, como si de lanzas se tratase, dulces lanzas que se introducen dentro provocando el estremecimiento cuando el placer de mis caricias y la dulzura de los pensamientos me encogen hasta el aliento y el placer se vuelve más intenso... dulce festín para las sensaciones, la luna, el olor de la brisa, el sabor de sus besos que me invento y las caricias que me proceso... dulce banquete que me brindo en el desvelo cuando me rozo y lo siento, lo siento tan adentro que me encojo y chorreo... tiemblo, tiemblo de placer, tiemblo con miedo como una adolescente... miedos del subconsciente que se disipan con el placer de los orgasmos y me duermo, me duermo abandonada en los brazos de Morfeo con la sonrisa en sus labios, que me observan con deseo ante dantesca filmografía que es mi vida cuando vuelo libre como el viento.