miércoles, 9 de junio de 2010

Despertando del letargo


Por momentos siento que vuelve la mujer que fui, la que se lleva el mundo por montera bajo los tacones, la que se come el mundo a cada paso bajo sus pies, la que no se achanta, la que no se calla, la que dice lo que siente y después piensa si debería haberlo dicho... la que nunca se arrepiente...

Estaba allí, calmando el bullicio de la ciudad entre risas, con el fuego en los ojos, sencilla, natural, siendo yo misma, frente a aquellos desconocidos, con miradas de deseo en sus ojos, ansiosos de mi compañía, víctimas del embrujo que despierta este pequeño diablo, otra vez era yo, otra vez la abeja reina entre las copas que rodaban por la barra, una tras otra sin cesar... otra vez me sentí fuego de deseos y me ardía el alma, sentía la prisa en mi interior, la fiera quería salir, quería dejar de ser la pequeña gatita dulce para convertirme en fiera, transformarme en una tigresa, una leona que deborase, una pantera de caza...

Regresaba a casa en el tren, atontada por el alcohol, se me entrecerraban los ojos por la postura cómoda, era tarde y el cansancio se apoderaba de mí, demasiadas horas en la calle, demasiadas horas sin dejar de mover mi cuerpo, marioneta de mis antojos desde la mañana... y en mi mente se agolpaban los pensamientos, los deseos y los sentimientos... mas en el camino de regreso deseaba que el desenlace hubiera sido otro, deseaba que la compañía hubiera sido otra, mas no los acontecimientos, deseaba que el regreso no hubiera sido en solitario... y si esa tarde de risas y alcohol hubiera sido con un amante que terminase en mi cama, hubiera sido la historia perfecta...

No tengo reparos por la edad en un amante, mas aquellos hombres maduros que me miraban con ojos de deseo no eran plato que llenase mis deseos para sacar a la fiera que llevo dentro, la flor de este celibato la guardo para un banquete mas selecto en mi interior, jamás me importó el físico, mas ahora tengo el capricho de deleitarme con un cuerpo que deleite mi vista y mis ojos, me apetece acariciar unos abdominales marcados, sentir los músculos de unos brazos mientras me aferro a ellos en cada embestida... mas si la fiera lleva tanto tiempo escondida, no importa esperar, mas quiero que el día que despierte de su letargo se dé un gran banquete...

En el tren, de camino a casa en el coche, me hubiera gustado cruzarme con un apuesto desconocido, cruzar una mirada con él y acabar desnuda entre sus brazos, en cualquier rincón, en cualquier parte bajo la lluvia que caía del cielo, en aquella noche en la que había refrescado la primavera más dentro de mi cuerpo ardía... incluso pensé en parar en un bar, observé desde el coche la clientela a través de los cristales, como quien mira el escaparate de una pastelería, mas no había dulce que llamara mi atención en el interior y continué con mi ruta, ¿dónde encontrar ese apuesto jóven con el que acabar hecha un nudo y no volver a verlo? Incluso pensé llamar a mi ex para utilizarlo, pensamiento que se disipó en décimas de segundo...

Llegué a casa medio dormida, ni siquiera pasé por la cocina, no sentía el hambre, sin embargo las ganas de sexo se agolpaban en mi interior y me hubiera gustado cruzarme con un apuesto desconocido en el coche, realmente me apetecía, mas era demasiado tarde para un día laborable, ni siquiera sabía donde buscar... así que me deshice del vestido mientras me dirigía al baño, completamente desnuda me puse un camisón y me tumbé sobre la cama, tapada con sólo una sábana y las piernas abiertas, ni siquiera debía jugar con mi imaginación para sentir las ganas de sexo, estaba húmeda, y como si de una autómata se tratase saqué un vibrador y le coloqué un preservativo, entraba sólo, ni siquiera había que jugar con él... estaba demasiado encendida, demasiado cachonda con las piernas flexionadas y mi cuerpo boca arriba... mas sentía las ansias invadiéndome, quería sentirlo entero dentro, el cuerpo me pedía sexo salvaje, sin cariño, sin dulzura...

El roce del estimulador me sabía a poco, la penetración era placentera, mas quería más y me coloqué de rodillas, empujando mi cuerpo sobre el vibrador, de gran tamaño, mas quería sentirlo dentro al completo, rozándome en el interior, quería sentir cada estría en mi vagina, la bestia se apoderaba de mí.... y allí, de rodillas, sobre la cama, con el vibrador al completo en mi interior, moviendo mi cuerpo de forma brusca, sintiéndo la salvajedad en mi cuerpo... y mi mente, por momentos en blanco, por momentos me invadía su imagen ¿no le voy a poder olvidar? mas en ese momento deseaba sentir su torso desnudo bajo mi cuerpo, mis manos clavadas en sus pectorales... deseaba que fueran sus caderas y no las sabanas lo que había bajo mis piernas... y en ese mundo de recuerdos se encogió mi cuerpo, sacudido por un orgasmo mientras mis manos estrujaban mis pechos... y así, entre temblores, se encogió mi cuerpo, dejándome caer sobre la cama, con la mente en blanco... y antes de que me invadieran los pensamientos, me abandoné al sueño...