martes, 29 de junio de 2010

Angel negro, dulce demonio...


Mi cuerpo agazapado entre tinieblas, tan sólo un picardías rozando mis carnes lozanas y la frescura de una ducha de agua tibia que alivianta el sofoco del calor de la noche, sonrisa tenue en los labios mientras divago entre la reminiscencia de los acontecimientos recién sucedidos y me pierdo entre las vagas palabras que me rubricaba, ahí, tumbado con el pecho descubierto y la sonrisa en los labios, mas la expresión de su cara era seria, como si midiera cada movimiento por no crear una mala imagen en mis pensamientos...

Me invadió la risa al pensar que su contención provocaba mis deseos y que por más que lo intenté no conseguí romper esas composturas que mantenían sus dedos, ganó la lucha a sus deseos y los hechizos de este súcubo, mas se que en la intimidad no pudo contener las ansias de poseer mi cuerpo, sus deseos eran evidentes pero frente a mí pudo con ellos y pensar en ese juego, en el desarrollo de la partida, hizo que me invadiera el deseo, que en este juego cayera rendida en las manos del deseo y sintiera que el calor se apoderaba de mí, que despertara la bestia sintiendo que me iba tornando becerrísima por el placer en el cuerpo.

Aún con el deseo grabado a fuego en el cuerpo permanecí inmóvil flotando en el mar muerto, vagando entre los pensamientos mientras frente a mí se mostraban mis trabejos y en ese mar muerto en que flotaba, mis manos comenzaron a jugar, provocándome a mí misma como si alguien me observara, bajé los tirantes del picardías, dejando que cayeran de mis hombros accidentalmente, y mis manos rozaron mis piernas suaves, caricias dulces que me propicio mientras mi mirada observa las curvas que trazan los pechos, casi al descubierto.

Sigo propiciando caricias en el cuerpo y me disipo, con la mente en blanco, imagenes furtivas que provocan mi cuerpo, mas la mirada se torna en deseo y mis manos acarician los pezones, pellizcando suavemente la fina piel, humedad de unos labios tornados de deseo y pequeños círculos en la aureola que provocan hasta la saciedad en el interior de la fiera que llevo dentro...

Lentamente abro mis piernas con las manos, mientras me acaricio los pechos con pasión, y continúo con el juego de caricias dulces que me humedecen hasta extremos insospechables, soy fantasía de mí misma cuando la yema de mi dedo roza mi clítoris y juega a provocarme, deseo sentirme por dentro, dulce tortura que me proceso cuando desvanezco en el sofá, con los pies descalzos sobre la mesa y las piernas abiertas, caricias que me queman y ardo en fuego cuando tomo un vibrador de la mesa y comienzo a sentirlo rozando mis labios, jugando al deseo de la provocación y me martirizo deseando esa penetración que no llega, que no me acabo de regalar a mí misma....

Me pueden las ansias y, lentamente, dejo que mi juguete favorito vaya entrando en mi cuerpo, arqueado por el placer, soltando un gemido que hubiera sorprendido a cualquier amante que hubiera dominado el juego, siento como vibra en mi clítoris, me fundo en el sofá, caricias de plástico que me poseen con la dulzura de cada uno de mis movimientos, despacio, muy despacio, mas hoy soy dulce fiera abandonada al placer de mi cuerpo y entre movimientos lentos desfallezco aturdida por fuertes sacudidas silenciosas, sólo jadeos y mis ojos entrecerrados, dulce orgasmo que azota mi cuerpo y el abandono del placer que siento bajo el manto de la paz que deja el cariño que me proceso al cuerpo.

Abandonada en la paz me tumbo lentamente en el sofá y con el sosiego sobre mi cuerpo me duermo, tranquila, expresión dulce en mi rostro casi sonriente, imagen angelical que se proyecta en mi mente y una media sonrisa, las alas abiertas en mi espalda, alas de ángel negro de los deseos, fiera por dentro, mas nunca fué un animal tan dulce como este súcubo de los deseos, lleno de sentimientos...

Libre con los sueños


Cuando los sentimientos me provocaban lástima de mí misma, cuanto mayor era la desazón que invadía mi cuerpo, en el mismo instante en que pensaba que jamás podría levantar mi cuerpo y los pies se arrastraban por el suelo decidí levantar mi cuerpo, sin pensarlo abrí las alas y alcé el vuelo... como si de un pavo real se tratase, desplegué todos mis encantos, armada de sonrisa y coraje, liberando las cadenas que me atan para poder vivir la vida y disfrutar de los encantos terrenales, sin ataduras, sin lastres en los tobillos más se que no he olvidado, pero ya no me atan las cadenas pues encontré el antídoto al embrujo de este íncubo que me hechizaba...

Abrí la mochila y la llené con ganas de vivir, un puñado de esperanzas y sonrisas de repuesto, con mi cerrazón como única vestidura y el brillo en los ojos emprendí el camino, más bella que nunca según los conocidos, mas no es belleza lo que deslumbraba en mi cuerpo, si no el brillo de la fuerza y las ganas de vivir... las ganas de empezar de cero y levantar el vuelo, las ganas de volar de flor en flor y la firme decisión de olvidar las penas que me ahogan, pues la brisa del mar se llevó la compasión que siento hacia mí misma y me invadió de lozanía, de la certidumbre de que este sol abrasadora de verano derrita las penas y se tornen alegrías en mi cuerpo....

Quimera aún lejana, sueños de mejores tiempos, mas camino por el sendero preciso, con los pechos al descubierto, libres, moviéndose al son del contoneo de mis caderas, movimientos lentos en el empedrado camino por la linde del cielo y el infierno, pero este súcubo es libre, se resiste a los sueños del bien y el mal, campa a sus anchas por allá donde pisa, con pasos firmes sobre unos tacones altos, sin ropa, sin cadenas, sin ataduras, sin dueño...

La larga melena al viento, alborotada, libertinaje entre mi pelo mas mi cuerpo libre, como pelusa que es arrastrada por el viento, y en este bullicio de sentimientos me invade el calor en el cuerpo, caricias cálidas con los dedos entrelazados en el pelo, actitud arrogante en mi cuerpo con cada movimiento, más se que soy diosa del deseo y las lágrimas se esfumaron cuando cerré aquel viejo cuaderno y decidí que era tiempo de reescribir mi historia de nuevo, de sentir el renacer del demonio en el cuerpo, arranque las ropas de mi cuerpo y tan sólo la vestidura del cuero sin curtir sobre mi cuerpo... piel dorada, desnuda, suave, ni siquiera la presión del tejido sobre él hace que me sienta atada, pues la libertad es la bandera que ondea en mi patria y el fuego del cuerpo mi gobierno...

Largo camino empedrado cuando mis ojos se cruzan con los de animales despiadados y corderitos que se hacen hombres en el fuego de mi cuerpo y observando los ojos de un lobo, la envidia de esa serpiente que custodia las manzanas y mi reflejo en la mirada de esa gata que se torna en pantera, me doy cuenta de que ahora si campo sin cadenas por el sendero de los sueños, giro en torno a mí y busco una víctima, busco alguien que me haga sentir el fuego, que me llene por dentro, mas esta vez no sólo le voy a regalar mi cuerpo, esta vez no voy a ser presa del fuego y pienso abandonarme a los antojos de Afrodita, pero libre como el viento, libre entre mis sueños....