sábado, 14 de agosto de 2010

Los colores del cielo


Abrí los ojos y la película había vuelto a comenzar en el reproductor de nuevo, la luz tenue de la lámpara cegaba mis ojos, entrecerrados por el sueño... volví mi mirada a la película, como si ya la hubiera visto antes, como si en sueños me hubiera percatado en el subconsciente de lo que sucedía, ajena pero atenta al mensaje de la filmografía de mi vida, de refugiar la vida en el sexo, de salir corriendo...

Una lágrima asoma en mis ojos y permanezco así en el tiempo, las lágrimas corren por mis mejillas mientras rubrico las penas que me queman por dentro, y siento el miedo, ahora que tengo un sueño no pretendo eludir en el intento de hacer realidad el cuento, mas ahora no sueño con el erotismo de las caricias y esta noche comprendí que es más grande lo que me corrompe cuando entre lágrimas muevo los dedos y no son sobre mi cuerpo si no sobre las teclas marchitas que me descomponen el cerebro cuando en la huida de los sentimientos tropecé con sus besos y Afrodita hizo el resto... y sacudo el cuerpo pisoteado, limpio mis rodillas y camino de nuevo cuando no profesaba fe alguna en la felicidad con los sentimientos, cuando su mano roza mi mejilla y siento que vivo un sueño, y se desata una sonrisa cuando la mente evoca la imagen de sus manos en mi rostro, y la dulzura de la mirada que lo observa cuando sus labios me regalan un beso, ósculo de sabor sincero, mas entonces, ¿por qué siempre me invade el miedo?

Miro por la ventana y observo el cielo, entre la insignificancia de las gotas de agua de mis ojos veo las nubes que se abren grises dando paso al alba, primeros rayos de luz que se filtran sobre el negro del cielo, gran imagen cuando la observo y en mí misma veo el reflejo del negro que vendo como gitana de mercadillo cuando sólo es el color del pelo de las pestañas que adornan mi cuerpo, y en la reflexión que me golpea cuan realidad en los sesos me doy cuenta de que la armadura la perdí en algún momento y siempre le hice participe del miedo... mas la sinrazón de ese miedo es la irracionalidad de no sentir, de morir por dentro de nuevo cuando observo por la ventana y en los grises del alba observo los colores del cielo, y no quiero el blanco y negro...

Seco las lágrimas de mis ojos, observo, busco dentro de mí misma la razón del manantial que brota en la cuenca de mis ojos y no hallo respuesta a las preguntas de la vida cuando en la colección de amantes en el cuerpo no atinaba con la felicidad del alma y ahora siento el lleno de los sentimientos, y siento angustia de lo que me asola, respiro hondo y sé que no debo tener miedo en los inescrutables caminos de la vida cuando en el anhelo siempre le encuentro y las lágrimas brotan en lo absurdo cuando los grises del cielo se tornan en azules y me sonrío por dentro cuando la añoranza me devuelve al suelo, y veo lo mismo que en mis sueños...

Miradas felinas entre caricias y juegos que me aportan la nobleza de los sentimientos cuando el dolor del cuerpo es un absurdo en el roce de los labios y mi alma callada sólo me da un beso, despertando la calma que llevo por dentro cuando esta vez el deseo es solo una parte de lo que me hace arder en el fuego y sé que no puedo leer el libro de mi vida cuando el destino tomó la pluma y el tintero para cruzar mis palabras incesantes frente a su mirada atenta entre las risas, en aquel momento en que mis ojos se cruzaron con los suyos y sentí el deseo de hurgar dentro de su cuerpo, exploradora aventurera cuan forense que desea abrir el cuerpo para ver lo que se esconde dentro, pero con pureza en los pensamientos.

Cada vez está mas azul el cielo y titubeo si mi vida le acompaña en el amanecer de los sueños que desvelan en el momento en que pierdo hasta la carne del cuerpo, y los sentimientos emanan cristalinos en mis dedos como las lágrimas en mis ojos, y en una iluminación de los rayos de sol que nacen se percata mi cerebro de que la lluvia de mis ojos la provoca la incredulidad de estar viviendo un sueño y le suplico a Morfeo en el cielo un pellizco al cuerpo, dolor físico que me diga que lo que me llena por dentro no es un sueño cuando siento que le necesito y le encuentro, ingeniero de sentimientos, arquitecto de mis sueños cuando en el camino de esta aventura de explorarlo por dentro me siento promotora de mis sueños, constructora de los anhelos que me hacían sentir muerta por dentro y artista de los anhelos cuando en el cuadro que es mi vida, sus manos en mi cuerpo se mueven como el pincel sobre el lienzo, paleta de colores que excita al pintor de mis sueños y siempre humedece en la alegría para el lienzo...

Tras el empedrado camino siento la llanura del cemento y el liso en el suelo, andares desacostumbrados sobre la facilidad del suelo y siento la brisa cuando observo el azul del suelo y no puedo por menos que respirar hondo y dejar volar mi cuerpo, mas en la paz del alma que llevo dentro descubro que en los designios de los sueños sólo hay un camino en la conquista del interior del cuerpo, la transparencia de los sentimientos y arrojar esa armadura que me envuelve al vertedero... pues en las lágrimas que provocan la realidad de los sueños encuentro el calor de sus brazos, mientras aspiro el olor de su cuerpo y esta vez no siento el deseo, si no su voz haciendo eco por dentro cuando sé que no debería tener miedo si es realidad el sueño y por primera vez me siento princesa del cuento, con el azul en mi cielo.