viernes, 4 de junio de 2010

Muñeca rota...


En estos senderos que marca el destino, la vida se pasa ante nuestros ojos vertiginosamente, demasiado rápido... un mar de contradicciones nos rodean, un mundo incoherente... y cuando las incoherencias hacen mella en nuestra vida, es ahí cuando nos damos cuenta de que algo tiene que cambiar, que debemos cambiar el mundo que nos rodea para sentirnos más vivos, para sentirnos más personas...

Tras meses de lágrimas solitarias, acompañadas de una amiga, meses de sufrimiento con el corazón roto, el ansia de una llamada, de un mensaje... meses esperando algo, lo que sea, pero algo... tras esos meses de cal y arena, de lágrimas y emociones, de estar arriba y caer al suelo, tras esos meses volvió.

Estaba en la ducha, tranquila, relajada, no tenía prisa por ir a trabajar, por un día era temprano... todo el tiempo del mundo frente a mí. no tenía por qué correr... salí de la ducha con calma y como de costumbre, prendí un cigarrillo con el albornoz cubriendo mi cuerpo, chorreando agua... observé la hora en el móvil y un sobrecito anunciaba un mensaje, por mi mente desfilaron un montón de rostros, todos menos el suyo... esperaba que fuera de cualquier persona menos de él.

Me estaba buscando, largos silencios, la dureza de los sentimientos y ahora, ahora que comenzaba a levantarme, que empezaba a hacer mi vida entre risas, que las lágrimas se borraban de mi rostro y había reunido las fuerzas para empezar de nuevo, para recuperar a la Lilith que siempre fui, ahora, ahora me estaba buscando...

Sin pensarlo, sin nada en mi mente actué como una autómata, me sequé rápidamente con la toalla, me vestí apresuradamente con un vestido negro de escote, marcando el abundante pecho en mi delgada figura, sugiriendo la curva de mis caderas anchas en comparación con la cintura y unas bailarinas negras, estaba sudando, demasiado nerviosa y el maquillaje se antojaba imposible... mas con un cleenex sequé el sudor e hice lo que pude mientras mi cuerpo chorreaba... unas gotas de perfume y salí corriendo...

De camino al coche marqué su número, largos tonos hasta recibir respuesta de una voz apagada, desinteresada... no sabía si me daría tiempo a llegar, y así se lo hice saber... aunque algo dentro de mí me decía que si deseas algo con mucha fuerza, el universo entero se confabula para que lo consigas, y lo conseguí, quince minutos antes de que se tuviera que ir estaba allí, en el andén de aquella enorme estación, corriendo entre la gente, jadeando, el corazón se me salía del pecho....

Un momento, ¿que coños estás haciendo? me paré y me senté bajo unas escaleras, con las lágrimas escurriendo el rimel de mis ojos, estaba demasiado nerviosa, bloqueada, no debía verle, me haría mas daño, no tenía derecho a aparecer así, ahora, cuando sus silencios y su ausencia me habían dañado tanto... me habían dejado rota.. y permanecí allí, sentada, con un cigarrillo consumiéndose entre los dedos, intentando respirar hondo, calmarme, esperando a que se fuera el tren que le alejara de mí, con las miradas de los viajeros que a penas reparaban en mí, en la angustia que se apoderaba de mi cuerpo...

Quería reaccionar pero me era imposible, mi cuerpo no respondía, mi mente una maraña de sensaciones, demasiado dolor atravesándome el alma.... en ese momento, hubiera preferido una bofetada, un dolor físico que se pasara en el momento... mas estas heridas del alma sangran sin cesar, heridas abiertas que jamás cicatrizan, cicatrices en el alma que te dejan marcada, que te cambian... ¿realmente quería verme? ¿se aburría y quería compañía? ¿le importo aunque sea una migaja?

De repente escuche por megafonía que su tren se iba, me entró el pánico, no quería que se fuera, quería decirle todo lo que llevaba dentro, quería sacar todos esos cuchillos que tenía clavados, limpiar todas las heridas abiertas del alma y corrí mientras marcaba su número, corría cada vez más... y los tonos del teléfono hacían eco en mi cabeza, no había respuesta y la sangre comenzó a agolparse en mi cabeza, se me nublaba la vista, sentía que el aire no entraba en mis pulmones a pesar de la respiración acelerada, no podía respirar, me ahogaba, temblaba, me flaqueaban las piernas y de repente sentí que todo desaparecía ante mí mientras sentía mi cuerpo inerte levantarse en el aire, sentí que el mundo se me iba, que desaparecía toda realidad que me rodeaba y yo ya no estaba allí, las lágrimas rondaban por mis mejillas, tumbada en el suelo, ajena a todo lo que sucedía a mi alrededor...

¿Se puede enfermar por amor? ¿puede la angustia ser tal que nos cueste la vida? mis constantes vitales caían sin parar, me costaba mantenerme despierta, rostros de preocupación a mi alrededor y yo, allí, tumbada, empapada en agua, angustiada, sin apenas poder respirar, sangrando en el alma, heridas calladas mientras me suben a una ambulancia... y no es la primera vez que sucede, no es la primera vez que el dolor es tan fuerte que mi vida se detienen por unos instantes...

Él cogiendo un tren, alejándose de esta diosa que se volvió loca, indiferente a lo que sucedía, ignorante del sufrimiento que provoca, yo, tumbada en una ambulancia, rodeada de médicos que me miran con lástima, gente que siente angustia al verme rota, desolada... y allí están todos, intentando recomponer el rostro de esta muñeca rota, intentando pegar los pedazos del alma para dibujar una sonrisa en mi rostro, mas el alma sigue llorando aunque sonría, las heridas sangran cuando me hace sufrir, cuando me busca, cuando me ignora... y vuelve otra vez la realidad, vuelvo a estar sola en casa, sola en la cama, amigos pendientes de mi alma, más las lágrimas no dejan de rodar en mi cara, y me arranco el corazón del pecho, lo guardo bajo la cama, lo guardo bajo la almohada, así no quiero querer, así no quiero que sufra mi alma...
Me despierto y todo sigue igual, la soledad, el silencio, la indiferencia, la ignorancia... y ese miedo que me mata, las ganas de olvidar pero sin fuerzas para volver a empezar.... y duele, duele tener miedo y no poder, me mata el miedo, la desconfianza... mas quiero pasar página en este capítulo de mi vida, pero me aterra el miedo, me paraliza, y me encojo desnuda en el suelo, agazapada con las manos entre mis piernas, temblando, un muñeco de trapo entre mis manos y lo tiro con rabia, no puedo quitarme los escudos ni la armadura, no puedo vivir mientras sea una muñeca rota...