sábado, 26 de junio de 2010

Mazmorra de celdas abiertas


Estiro mi cuerpo invadido por la resaca de ríos de alcohol en soledad y mientras mis brazos se alzan al cielo y mi espalda se arquea hacia atrás, observo mi cuerpo en el espejo a través de la puerta del baño, semidesnuda, sólo con unas braguitas brasileñas que hacen aún mas largas mis piernas y una camiseta ajustada, contraste de colores alegres vistiendo mi piel morena, me gusta lo que veo, voy recorriéndome desde los tobillos, subiendo la vista, hasta llegar a mis ojos, ojeras de cansancio enmarcando la mirada profunda que enmarcan las grandes almendras de mis ojos, expresión triste en la mirada, pero sigo estirándome y ya frente al espejo lavo mi cara con agua tibia, como si así pudiera arrancar la tristeza de esa mirada solitaria...

Reina la paz en la ciudad al alba, silencio absoluto entre las cuatro paredes que me rodean mientras preparo café en la cocina sucia, pues cuanta más basura rodea mis sentimientos, mas basura rodea mi cuerpo... y con aire tranquilo me siento frente al ordenador mientras los pequeños sorbos de café amargo bajan por mi garganta, observo su foto y nacen de mis ojos lágrimas que recorren mis mejillas como cuchillos afilados, rasgando los sentimientos, lágrimas que duelen como puñales cristalinos que se clavan por dentro cuando pienso en todo lo que me está sucediendo, que mis sentimientos hacen que me someta a la burla, cuando presagio que cada intento por acercarme a él, por sentirle cerca, no hace más que convertirme en un bufón que despierta las burlas y las risas...

Y con cada calada del cigarrillo que entra en mi cuerpo me invade la ira y el despecho y me odio a mí misma por cada movimiento que perpetro en esta senda del infierno y con un sorbo de café cambia mi mirada, triste aún, melancólica... y el sentimiento de incomprensión en el cuerpo cuando recuerdo que según sus palabras le encandiló mi alegría y ha tornado mi vida en un mar de lágrimas y desdichas... y la ira sigue invadiendo mi cuerpo, me odio a mí misma y vuelvo a zaherir mi cuerpo cuando tomo un consolador y me penetro con rabia, sintiendo el dolor por dentro, sé que no habrá orgasmo, sé que no es placentero el sufrimiento que me carcome por dentro, mas si soy capaz de torturarme con los sentimientos, quiero sentir el dolor que me desgarre y me acabe de romper por dentro, quiero morir entera para empezar a vivir de nuevo... y continúo con la tortura de movimientos bruscos de mi mano, moviendo el juguete entre mis piernas mientras me tiro del pelo, me insulto a mí misma y extrañamente esa situación me excita, me excita la fustigación a la que me estoy sometiendo y cuanto mayor es el agravio al que me someto, mayor es la humedad en mi cuerpo, apretando fuerte mis pechos mientras siento el consolador penetrándome con fuerza y con lágrimas en los ojos me invade un orgasmo que me deja inmóvil y mareada, completamente aturdida, sin noción del tiempo, más no se los minutos que transcurren cuando me siento perdida por completo, inmóvil, silencio absoluto y lágrimas corriendo por mis mejillas... necesito un abrazo y sólo tengo la soledad como compañera...

Como si de una descarga eléctrica se tratase, me invade una energía abrumadora y corro a la ducha, frotando mi cuerpo con rabia, intentando arrancarme la piel mientras la froto con fuerza con una esponja de crin, irritándola hasta la rojez extrema, hasta provocar sangre en algunas partes de mi cuerpo, intento despojarme de todo lo que me hace sentir bella frente al espejo, araño mi cara y estiro el pelo, mas toda esa rabia que siento por dentro es fruto de la venganza de Dios por no querer vivir en su paraíso, es fruto de la venganza de Belcebú por no querer ser su sierva... o qué sé yo de que es fruto, pero me mata por dentro y me tiro al suelo, aún con la camiseta puesta y el agua sobre el cuerpo, encogida, tan poca cosa...

Agua, agua que limpias, agua que lavas, agua que arrastras todos mis pesares... Agua y la visita de Anfítrite que se lleva la nostalgia que me quema por dentro de haberme convertido en un espectro y levanto la cabeza al cielo, observando a todos esos dioses que me protegen y me castigan, levanto la cabeza al cielo y con una bocanada de aire resurjo de mis adentros, me pongo en pié decidida a ser la abeja reina, decidida a dejar de ser presa de los sentimientos, pues si tengo que vivir con ellos, seré fuerte para hacerlo, si no puedo olvidar, conviviré con ello, pero seré yo, otra vez el súcubo de fantasías y sueños y volaré de flor en flor, dejaré de huir del cariño y los besos con sentimiento, mas ahora que el agua recorre mi cuerpo me doy cuenta de que hay un montón de puertas abiertas en las mazmorras en las que me hallo, que el Incubo me encerró en la cárcel de los sentimientos pero no encadenó mi cuerpo y ahora que abro los ojos me percato de que las celdas están abiertas, que en cada una de ellas hay un lobo, una serpiente, un tigre, un león, un gato, un dios, un ángel... que las celdas están llenas de hombres buenos y malos y que aquí soy la abeja reina, la diosa de sus deseos...

Y si mi alma está rota, si el miedo se apodera de mi cuerpo y huyo del cariño entregándome sólo en el sexo procuraré volar de flor en flor, probando el polen de cada una de ellas hasta encontrar el jardín perfecto, volaré de flor en flor hasta encontrar el edén en el jardín de los sentimientos mientras me entrego a las caricias que sacien mi cuerpo y dejo que otras manos sequen mis lágrimas en las noches de sufrimiento.