viernes, 9 de julio de 2010

Panaceas del olvido...


Ahora que comienzo a vislumbrar la esperanza, que de mis entrañas salen las ganas de reír y disfrutar la vida, que sigo añorando el cariño y la felicidad de una mano cogida a la mía mientras avanzo con paso firme y decidido en el viaje de la vida hacia la muerte, más ahora no tengo prisa, ahora no siento tan fuerte el dolor de los recuerdos y se va borrando su imagen, se evapora con el calor asfixiante que invade los cuerpos en esta ciudad infernal, se disipa lentamente, pero voy avanzando en el camino del olvido...

Lentamente se van desgastando las cadenas que me atan a su cuerpo y siento que la libertad me lleva al libertinaje de los cuerpos... me invade la lujuria y se desata mi cuerpo, incontrolable, sed de sangre, sed de sexo que no sacia un sólo cuerpo, más ahora que siento el cariño y la libertad al mismo tiempo, ahora que soy de nuevo objeto de deseos y allá por donde avanzan mis pasos, las caderas sobre mis estilizadas piernas, ondeando el vuelo de la falda mientras mis pasos menean las caderas provocando el deseo y la alegría vuelve a brillar en mi piel, vuelven las sonrisas en esos ojos grandes y provocadores, esa mirada profunda que revuelve por dentro a cada hombre que observo fijamente, a los ojos... y siento como se provoca su cuerpo...

Soledad permanece enfurruñada en un rincón cuando la sustituyo por otros cuerpos, tangibles, humanos, palpables... y las citas se suceden sin parar, amigos que provocan risas y felicidad en los sentimientos, amantes que encienden el cuerpo... y ella llora, llora de rabia, llora porque la abandono, pero sigue ahí, alojada en mi casa, acompañandome en muchos instantes.... y no me importa si mis pasos son firmes, directos a la calle de la alegría, donde mi bandera es la sonrisa, mi escudo mi mirada y mi dios mi libertad, no me importa que soledad esté ahí, porque ya no me invade con tanta tristeza, ya no hace que sea un espectro de mí misma, la sombra de lo que soy, porque ahora soy yo, soy princesa en mi mundo, y mi planeta se llama felicidad, a él me mudo, y cuando la pena me declare la guerra, cuando la tristeza quiera invadir mis tierras... le responderé con mis armas, cargadas de sonrisas y esperanzas, más ahora que resurjo de mis cenizas me doy cuenta de que el dolor que mata por dentro hace que se gaste el tiempo... y recuerdo que ahora soy diosa, pero mortal.

Sé que se disipa su imagen, que me invade con menos frecuencia, más también se que no le he olvidado, que su silencio, que el dolor que provoca su indiferencia y sus desprecios al amor que siento hacen que lo encierre en un rincón de mi mente y vaya cesando en esa lucha, sin embargo, también sé que si aparecieran de nuevo sus palabras, que si alimentara de nuevo mi esperanza volvería a caer de nuevo, fuego que se torna en brasas del alma y que puede resurgir de nuevo, ardiendo con fuerza si atizas la lumbre con madera... pero no quiero, no quiero sentir el fuego si voy a quemarme por dentro...

Tengo caricias que me encienden el cuerpo, tengo palabras que despiertan el cariño y soy consciente de que no estoy enamorada, que su ausencia no me mataría por dentro, amante y amigo, todo un caballero de armadura que rescata a la princesa de los sentimientos que la mantienen encerrada en las mazmorras de la soledad, comodidad en sus brazos, cariño que siento, caricias que me reaniman cuando por primera vez no cierro los ojos para vivir de recuerdos, cuando sus besos mantienen mis ojos abiertos, observándole, volando libre como el viento y siento que se extraña mi cuerpo cuando me apetece volver a verle y no sólo en busca de sexo que sacie el vicio que llevo por dentro, no sólo en busca de las caricias que me humedezcan sacando la fiera de la lujuria... ironía que me hace reír por dentro cuando siento que en sus brazos soy gatita ronroneante y tigresa salvaje, despierta en mí la ternura y la lujuria... sus palabras apaciguan mi alma y su compañía espanta las tristezas más sé que me hace arder por dentro, pues aunque vuelo libre, siguen ahí las cadenas desgastadas, recordándome que no he levantado el vuelo, que soy libre, pero mis sentimientos me anclan a su cuerpo y tengo una panacea para el sufrimiento, pero la medicina aún no ha surtido su efecto...

Pocas veces trataron a un demonio del paraíso como un ángel, pocas veces me sentí princesa y ahora vivo uno de esos cuentos, caballero en todos sus movimientos, caricias y besos dulces, aún ausentes de sentimientos de fuego, más el cariño se nota en cada roce de su cuerpo, en cada palabra que me procesa, sin promesas, sin cuentos, camino que demuestra paso a paso cuando siento que está ahí, que soy musa de sus pensamientos cuando nadie le ve, que soy súcubo de sus fantasías y embrujo de sensaciones ardientes... y él, panacea del olvido, resurgir de cariño que permanecía olvidado hacia otros cuerpos, de nuevo orgasmos plenos en mi cuerpo cuando son sus manos las que recorren el mío y mantengo el cerebro despierto, sin hechizos que me hagan sentir el fuego, panacea de caricias que van surtiendo su efecto... y aunque continúo con mis juegos, aunque sigo siendo súcubo de muchos sueños y mantengo vivos los deseos de otros cuerpos, son sus manos apacibles la medicina del olvido, que va surtiendo su efecto... encendiendo el fuego que llevo dentro cuando deseo sentir su cuerpo sudado pegado al mío, penetraciones salvajes mezcladas con caricias dulces, mezcla de menta y chocolate cuando el placer en mí no tiene límites y me convierto en la realidad de sus fantasías, la más golfa y mis labios rozan los suyos con dulzura, caricias cálidas en su espalda mientras me agito con ritmo frenético.... despertando el angelito que llevo dentro, el súcubo en el sexo...