viernes, 30 de julio de 2010

Con el cuello al descubierto....


Se acumulan las mieles que llevo dentro y se dispara la tensión en el cuerpo cuando siento sus besos y encierro el súcubo que llevo dentro, pasión desatada que se reprime y hace más dulce la tortura de sentir sus besos, mi piel desnuda, pegada a la suya y sus manos dibujando en mi espalda, yemas de los dedos que me recorren y me encienden cuando me suplico a mí misma sentir el cariño y apagar los deseos, dedos que que me encienden cuando rozan mi pelo y se pasean por mi cuero cabelludo haciendo estremecer hasta el último movimiento, más se que aún no es el momento, que he de esperar mientras disfruto de sus besos y siento toda una marea en el cuerpo...

Encerré al súcubo que llevo dentro, le entregué la llave y no seré yo quien termine con su encierro, pues las llaves las tiene otro carcelero, haciendo dulce su estancia en las mazmorras que lo aguardan, provocando aún más el deseo que se desata por dentro, mas por sentir sus besos, yo misma soy capaz de lapidar el súcubo que llevo dentro cuando en de mi cuerpo se enarbolan los sentimientos y añoro las caricias de sus dedos....

Y ahora soy víctima del tiempo, caprichosa en los deseos y sumisa a su voluntad cuando hice la promesa de subyugarme a su voluntad y deleitarme con el momento, con cada presente que me proporciona su cuerpo, cada palabra que acrecienta mi aliento y me despierta por dentro...

Tras las rejas del encierro me observa el súcubo, mirada de reproche en sus ojos oscuros cuando siente la provocación y no se puede desatar en mi cuerpo, sin embargo, no me importa su enfado ni los achaques de su ira en mi cuerpo, cuando siento que las mismas manos que me encienden de pasión, me calman con sentimiento y predomina el ansia de sus besos ante las garras de los deseos... y con sólo una mirada nos entendemos, los dos sabemos que el día que se abran las puertas de su mazmorra será una explosión de sensaciones en el cuerpo, puro volcán de fuego que haga que los tres ardamos en el infierno...

Me niego voluntaria a saciar su vicio inconfesable, me regocijo en su sufrimiento y percibo el anhelo de los deseos en el cuerpo, dulce tortura y sufrimiento al sentirlo encarcelado mientras me encienden los besos, explosión de sensaciones, semilla de sentimientos que me turban por dentro y no quiero otro cuerpo, no siento la necesidad de otros besos... ni siquiera del sexo en mi cuerpo tras la apacibilidad de sus palabras, aguardo en silencio, como el súcubo encarcelado que llevo dentro... espero el momento de la exhaltación al completo con su cuerpo pegado al mío, bomba de relojería que hace tic tac por dentro, que estallará cuando llegue su momento... mientras tanto, no hay demonios en mi cuerpo, sólo espero con el cuello al descubierto... esperando los colmillos del íncubo que se claven en mi cuello.