domingo, 29 de agosto de 2010

La pequeña dulce...


Se acercó a lentamente, le observaba en los azulejos de la cocina donde el guiso se preparaba a fuego lento, sus manos abrazando mi cintura y la sonrisa de sus labios se traspasó de sus labios a los míos mientras me besaba el cuello, ojos cerrados en el deleite de sus besos y el aroma de los condimentos mezclado con el olor de su piel al acariciarla con mi rostro...

En la dulzura de un beso, sus manos desataron el nudo del mandil que protegía de salpicaduras el picardías que vestía mi cuerpo y perdida en la glotonería de sus besos, sin darme cuenta, dejé arrastrar mis manos entre las caricias de las suyas, para sentirme presa de sus deseos cuando, sin percatarme de lo que estaba sucediendo, sus manos ataron las mías dejándome al abandono de sus antojos mientras sus brazos tomaron mi cuerpo y me posó sobre la cama, recorriendo mi cuerpo entre besos y caricias de hielo, contraste de sensaciones que comenzaba a despertar los más recónditos anhelos cuando mis manos querían recorrer su piel y no podían...

Se deshizo de mi ropa con dulzura y continuó recorriendo mi cuerpo con desdén y la sonrisa en la mirada al ver como el calor se propagaba en mi ser con cada movimiento, querer y no poder, los antojos del deseo y la tortura de prolongar el placer haciéndome desear aún más lo que quiero mientras sus labios rozaban mis muslos, caricias suaves en mi vientre y mi cadera buscando que su lengua recorriera mi sexo, mas yo no podía decidir el momento de cada placer, esta vez soy víctima, mi cama, mi cuerpo, mis deseos y no se me está permitido un sólo movimiento.... dulce tortura.

Sus dedos recorrieron mi cara, rozando mis labios mientras mi lengua jugaba con ellos, bajaron haciéndole una caricia al pecho y su lengua me excorio, deseada lametada que hizo encoger mi cuerpo con sus movimientos, gemidos en mi garganta y no hacía falta pronunciar palabra cuando las mieles que llevo dentro se entremezclaban con sus saliva y víctima de él, víctima de sus deseos y de los míos, el ansia me pedía más, me pedía sentir placeres más extremos deseando que jugara con sus dedos, dulce penetración que encogió mi cuerpo satisfaciendo el anhelo mientras seguía hablando su propio dialecto con mi clítoris y yo, cantando la letanía del placer del sexo con cada roce que sentía por dentro... perdida, perdida por completo, abandonada, abandonada y sin conocimiento sentí como temblaba mi cuerpo, zozobra de un orgasmo sin preaviso ni conciencia de la excitación del momento cuando sus ojos observaban los míos y una sonrisa se dibujó en mi rostro, complicidad en las miradas cuando jamás pronunciaría un lo siento si lo que me invade es el deseo de hacerlo de nuevo...

Recorrió mi vientre con besos y deseaba que mis manos se perdieran entre su pelo, por un momento me olvidé de las ataduras que propiciaban los grilletes en mis muñecas... se acercó a mi rostro y besó mi cuello, aspirando profundamente el olor de su piel, sentí la humedad de sus labios y el olor de mi sexo en ellos cuando besaba los míos... dulce locura en la que sumía de nuevo mi cuerpo al sentir su excitación entre mis piernas, buscando con mis caderas las suyas, sentirle dentro, sentir de nuevo el fuego que quemase mi cuerpo... y sentí que me atravesaba con dulzura, cada vez más dentro, movimientos lentos que enardecían mi cuerpo y de nuevo una letanía de gemidos en mi garganta que por momentos callaba con besos, placer de movimientos lentos que se tornó en la furia de los movimientos, dulce contraste con las suaves caricias en mi piel y sus manos recorriendo mi rostro, desencajado y la mirada perdida en la suya ante tal deleite de los deseos...

Sin mediar palabra, volvió mi cuerpo, soltando las ataduras de mis manos, engrilletadas en la espalda y cuando pensaba que iba a dejarme campar libre con los deseos, en el baile de los cuerpos, me colocó boca abajo en la cama y con un "no, no" que hizo volar aún más los deseos, volvió a colocar los grilletes con las manos sobre mi cabeza, a cuatro patas sobre la cama, sumisa con la posición de mi cuerpo, ofreciendo los encantos de mis caderas a su antojo, con los codos sobre la cama y de nuevo los gemidos al sentir que volvía a entrar en mi cuerpo, fiereza de los movimientos y cada vez más fuertes mis gemidos, cada vez mayor el placer de sentir la bestia que lleva dentro, fuera de mí, los más oscuros deseos y la salvajedad sublime sobre las sabanas, engrilletada y aún así indomable, deseosa de la duras embestidas que recibía en cada movimiento y las uñas clavadas en la almohada, un azote que hizo enrojecer mi nalga y la pasión al rojo vivo en el cuerpo, orgasmo que asoma los cuernos cuan demonio en el cuerpo, orgasmo que me invade y no cesa su movimiento, embestidas que me hacen temblar aún más y dudo si siente lo que recorriéndome por dentro con tan incesante movimiento que me hace temblar de nuevo, y entre más salvaje se vuelve, mayor es el deseo y el placer que me queman a fuego, placer que me encoge y me hace estallar por dentro cuando siento su semen estallar dentro, y tiemblo, tiemblo de nuevo, escalofríos que aún recorren mi cuerpo cuando han cesado sus movimientos y se abandona sobre mi cuerpo, quieto, relajo las piernas y me tumbo sobre la cama, con su piel sudada sobre la mía, sus manos entrelazadas en mi largo pelo y una sonrisa en los labios, de nuevo la dulce pequeña bajo su cuerpo... ocultos los anhelos mas secretos de su cuerpo, pasiones inconfesables que salen al descubierto cuando la invade la fiereza de los deseos....