jueves, 13 de mayo de 2010

Silencios como puñales...


Me paro en medio de la calle, introduzco la mano en el bolsillo y observo mi móvil, lo vuelvo a guardar... estoy en el trabajo, saco el móvil, me quedo mirándolo, abro los mensajes, pienso que escribir y lo vuelvo a guardar sin escribir nada... voy en el tren, abro la carpeta de correo en el teléfono, pienso qué escribir y vuelvo a dejarlo en su sitio... sin pronunciar palabra, sin escribir nada...

Pocas veces me quedo sin palabras, pocas veces permanezco sin decir nada, mas cuando los silencios duelen como puñales... ¿qué decir? ¿qué contar a la otra persona si sabes que no vas a hallar respuesta? y muero de ganas por decirle que me apetece estar a su lado, que quiero que me conozca como persona, en otros ambientes diferentes a los que nos hemos encontrado, que me conformo con su amistad por el momento, que me vale con un café, con cenar juntos o ver una película sin pretensiones de nada, sin buscar nada más allá de que me conozca un poquito más, sin nada más allá de dejar que el tiempo hable por mí y tener la oportunidad de poder conquistar su corazón, o al menos intentarlo...
De nada valen las palabras cuando se obtiene por respuesta el silencio, de nada valen las palabras cuando no hallas ni siquera el consuelo de la esperanza... mas no hay peor sensación que la de amar y sentir la indiferencia del ser amado, el sentirte como un papel que vuela por la calle ante sus ojos, intentando ser visto pero permaneciendo invisible... y por dentro desgarra la sensación, por dentro mata el querer llamar su atención y no poder, no saber cómo... ¿me pongo una nariz de payaso? ¿el chaleco reflectante del coche? ¿grito? ¿canto desafinando? cómo hacer para que te vea, para que sepa que estas ahí cuando sabe que existes, que amas pero no es capaz de ver dentro de tí... e ahí mi gran dilema, e ahí mi gran pena... la angustia y la impotencia de ni siquiera saber como actuar, qué hacer para librar esta batalla que me presenta la vida mientras el miedo me domina...
Y vuelvo a guardar el móvil, vuelvo a no saber ni siquiera que decir cuando dentro de mí se abarrotan las palabras... mas sigo el consejo de mi amiga, coso mis labios y mi corazón, quizás la indiferencia sea una llamada de atención... quizás el permanecer callada, ausente, haga que note mi presencia... más duele la espera, duele la duda de si añorará mis palabras en la distancia...