jueves, 2 de septiembre de 2010

La insaciabilidad saciada


El sol se había ocultado dando paso a la noche en el cielo, regresaba a casa en el tren, acoplada en el último asiento del vagón atestado de gente, un dolor insoportable en los pies, las piernas hinchadas tras la jornada de trabajo y el sueño haciendo mella en los grandes ojos oscuros, medio cerrados, mientras mi cabeza se apoyaba en la ventanilla del tren y me costaba mantenerme despierta en el viaje de regreso a casa.

Había olvidado el libro sobre la mesilla de noche, estaba ociosa ante el viaje y mis ojos, entre cabezadas, observaban los viajeros del tren con mirada analítica, el lugar que ocupaba me permitía observar a cada uno de los ocupantes, varios de ellos resultaban atractivos a mis ojos, aquel chico que leía con las piernas cruzadas tenía un algo que llamaba la atención, el que viajaba de pies con la bandolera tenía una definición del cuerpo que resultaba deliciosa a la vista y una sonrisa muy agradable... sin embargo, en este análisis minucioso de posibles amantes, ocupación absurda del tiempo cuando no encuentro qué hacer en ese momento, mi mente comenzó a funcionar, como el mecanismo de un reloj, de repente se activó, como si le dieran cuerda... y en este análisis minucioso de mis reacciones ante los hechos cotidianos de la vida, pude observar los cambios que se producen en mi cuerpo ante la satisfacción de las caricias... sigo siendo la misma analista, el mismo demonio que juzga cada movimiento, que intuye la calentura de cada cuerpo y que descompone la globalidad que le rodea en el mundo en el individualismo de cada hombre que se postra ante el súcubo que llevo dentro, mas ninguno era capaz de hacer vagar mi imaginación hasta límites insospechados...

La visión que mis ojos trasladan al cerebro, esa percepción de los cuerpos que se postraban ante mí, que en ocasiones son fruto de las fantasías más insospechadas, ya no me provoca nada, la ardentía de mi cuerpo permanece parada, quieta, en calma... no imagino sus manos recorriendo mi cuerpo y me sonrío a mí misma... ¿son capaces las caricias de saciar la insaciabilidad de mi cuerpo?

Pierdo la vista en el vacío, no miro a nada y ahora soy yo quien me analizo, quien en la ausencia de sexo siento el lleno y con sólo una fantasía, un pensamiento o un anhelo me doy por satisfecha en estos momentos, y otra vez dieron cuerda al reloj de mi cerebro, que fantasea con sus manos en el vagón de ese tren, acariciando un pecho bajo la blusa mientras sus labios rozan los míos, caricias de mis manos en su pelo, transmitiendo la calentura de mi cuerpo con el movimiento de los dedos y su mano que se pierde sobre el pantalón negro, densa humedad por dentro y pierdo la noción del tiempo, reloj que se para en mi cerebro cuando son sus caricias la fiebre de mi cuerpo, inconsciente de las miradas, ajena al tiempo me pierdo entre sus besos, movimientos del cuerpo abandonado entre sus brazos, calor que quema entre mis muslos y la insaciabilidad del deseo en los pensamientos...

Regreso a la realidad, al traqueteo del tren y el ruido de las puertas al cerrarse en cada parada, regreso al mundo en el que me encierro en silencio y ya con los pies en el suelo, pienso, pienso aún con la mirada perdida y observo el mundo del que me rodeo, múltiples posibilidades, oportunidades en cada esquina y a cada movimiento, y en mi mente la duda ¿tengo algún anhelo? observo el teléfono que permanece en silencio y pienso si teclear su número y pedirle que me hable, que me excite con su voz mientras mi mente viaja en sueños, pero me basta con pensarle para sentir el anhelo de las caricias y vuelvo a guardar el teléfono, siento la calma con los sueños, mas aún sigue excitado mi cuerpo y me apeo del tren, un pequeño paseo hasta llegar al umbral del portal y me sonrío cuando siento sobre mi cuerpo la lluvia en forma de jarreo, chorreando mi pelo y una sonrisa en los labios, olor a humedad que me renueva y reconforta el cuerpo, sigo paseando bajo la lluvia y no me importa que el agua cale mi ropa, no me guardo bajo los tejados cuando la lluvia intensa cae sobre el cuerpo y las miradas se clavan en mi cuerpo desde los bares, paseando con esmero bajo al agua, buscando esas gotas que escurren el maquillaje sobre mi rostro, otra vez pierdo la noción del tiempo...

Cierro la puerta de casa con la ropa pegada a la piel, chorreando, me deshago de ella y una ducha templada hace volver a entrar en calor mi cuerpo, la lluvia era cálida, agradable a la piel cuando la humedecía en el paseo y permanezco bajo el agua hasta arrugar el cuerpo, perdida, tranquila, relajada, suaves caricias sobre el cuerpo... y en la paz que invade este pequeño ser, permanezco tumbada en la ociosidad de no hacer nada, yo y mis pensamientos, no me importa el resto cuando comienzo a excitarme con mi imaginación, la insaciabilidad cada vez que le pienso, y su voz en el teléfono hace el resto, sin proponérselo...