lunes, 21 de junio de 2010

Sed de sangre que no sacian los cuerpos....



La soledad me quemaba por dentro y estaba dispuesta a abrir las alas y arrebatarle la sonrisa de los labios en aquel mismo instante, así que sin premeditación ni alevosía me decidí a aceptar la invitación de aquella copa que jamás había tenido en cuenta, y así, entre risas y sonrisas de complicidad transcurría el tiempo mientras Soledad miraba a lo lejos, enfurruñada y celosa, pues ella no era la fiel compañera en esa noche, la había dado plantón y había rehusado a su cortejo.

Así, sin deliberación alguna, me dejé llevar cuando sus labios se acercaron a los míos... y este ángel negro de alas blancas volvió a ser súcubo de caricias y miradas de fuego en los ojos, pero los sentimientos de mujer afloraban en la piel por momentos cuando observaba el brillo de sus ojos, pues este ángel del infierno no puede prometer nada cuando su corazón tiene dueño, y por mucho cariño que se le procese, por mucho empeño que ponga en su conquista, esta es tierra conquistada, corazón con dueño y alma encarcelada en el anhelo de esos sentimientos que no tengo... mas en el debate entre las dudas y la conciencia, los remordimientos y el despecho, decidí dejarme llevar, decidí que de nada vale seguir los senderos de la lealtad que empeño en mis sentimientos si mi cuerpo es carne del deseo y su cuerpo navega con las velas abiertas al viento....

Y así abrí las alas y me dejé caer desde aquel acantilado, dónde me llevara el viento, volando libre, más entre besos y caricias no fui capaz de entregarme a las fauces del sexo, con aquel cuerpo pegado al mío, derrochando cariño, implorando las migajas que quedaran en mi cuerpo... penitencia que padeció resignándose a dormir a mi lado, a disfrutar del calor de mi cuerpo en la noche... mis labios eran suyos, pero mis besos tenían dueño....

En mi cuerpo la acidez de los sentimientos cuando irónica es la vida, cuando sientes la comodidad de unos brazos que propician pacientemente cariño y en tu mente has de cerrar los ojos para dejarte llevar por los sentimientos, para que no te invada el sentimiento de culpa... sin embargo, cuando más sentía el desasosiego en mi mente, abrí mis alas y las batí al viento... abrí mis alas y me dejé llevar... sintiendo las caricias que me encendían el cuerpo, mas el alma ardía con los recuerdos...

Sentía unas manos recorriendo mi pecho mientras sus labios buscaban los míos... y al no encontrar oposición alguna, freno en sus intentos continuó recorriendo mi cuerpo, jugando con sus dedos sobre el pantalón del chandal, rojo como el fuego, allí, tumbados en el sofá, con mi cuerpo sobre el suyo, sentada en sus piernas cuan niña indefensa, y en ese preciso momento decidí abandonarme al deseo... respondiendo con la mirada y una sonrisa en los labios, pues ahora que comenzaba la partida de ajedrez, yo era la reina que se desliza por el tablero, dejando resbalar mi cuerpo para que su mano penetrara bajo el pantalón, para que sus dedos pudieran sentir la humedad fruto de sus caricias, el deseo, los sentimientos y la falta de sexo...

Sus dedos acariciaban mis labios y cuando me penetraron, este ángel se volvió demonio con un gemido como grito de guerra... ya no había retroceso, había despertado la fiera que llevo dentro y aunque se mostraba sumisa bajo las manos que acariciaban sus senos mientras era penetrada, primero por uno, después por varios dedos, la fiera estaba despierta, desamparada en el placer, pero gruñendo con cada gemido...

Me invadieron las ansias y me deshice de sus brazos para colocarme sobre él, bajando sus pantalones con mirada de fuego y mientras tomaba su pene entre mis labios, mis ojos clavados en él, fijos, observándole con expresión diabólica, mientras mi lengua jugaba en el tablero, dientes afilados que rozan la precisión, ahí, alineados como los peones, con movimientos estratégicos que se escapan a su juego, mirada de fuego incontenible, sus ojos se escapan al techo... y ahí, sentado frente a mí, acorralado, le observo y pongo fin al ataque pues sé que acaba de comenzar este juego de fuego...

Mi cuerpo se desliza sobre él, rodillas apoyadas en el sofá, cárcel de placer bajo mi cuerpo mientras le beso, y caderas inquietas que le rozan y siento su zozobra cuando me tumba y arranca mi ropa, caso omiso de teléfonos que suenan sobre la mesa, mas su banquete se encuentra entre mis piernas mientras su lengua juega, haciendo que desee que me penetre, que cierre los ojos y me abandone, intento no pensar, intento no recordar, mas no puedo evitar que su imagen aparezca por momentos... hasta que el fuego y la codicia se apoderan de mi cuerpo al completo y ya no soy yo, sólo la bestia que llevo dentro...

Aparto su cabeza de mi cuerpo y tomando su mano le arrastro a la cama, para colocarme sobre él a horcajadas y sentir sólo el placer del sexo, volver a ser yo, Lilith, mujer con alma y sin sentimientos... alas libres al viento con sed de sangre, sangre de orgasmos encarcelados demasiado tiempo... y la sed de sangre desenfrena mis caderas sobre su cuerpo, gemidos como grito de guerra y las alas abiertas, moviendo mi cuerpo, sintiendo la soberbia y el endiosamiento cuando escucho sus gemidos.

Y en cada movimiento busco mi placer, busco el sentir su sexo duro dentro de mi cuerpo, busco un orgasmo tras otro, mas mi sed de sangre no es su muerte, es la mía... el caer rendida sobre su cuerpo, y malditos recuerdos que disipan mi mente, malditos recuerdos que me invaden en cada cosquilleo que invade mi cuerpo y es su sonrisa, su imagen la que me invade cada vez que me encojo abatida por un orgasmo...

Me sorprende la precisión de sus manos, las caricias estratégicas que propicia en cada movimiento de esta partida, mas no hay jaque mate para mi cuerpo, para esta diosa del sexo, y se coloca sobre mí, embistiendo con fuerza y dulzura a la vez, propiciando placeres terrenales que llenan mi cuerpo... mas un grito ahoga su garganta y se desploma sobre mi cuerpo, propiciando un beso en mi cuello que anuncia el final de la partida, su cuerpo cae rendido sobre el tablero, otra victoria de este súcubo lleno de anhelos...

Se despide con dulzura y cariño la víctima que quería ser íncubo y me quedo con el cortejo de la soledad, con los pensamientos... y vuelven sus malditos recuerdos, fieles compañeros en cada movimiento que me llevan carcelera de los sentimientos que le proceso... sé que allí estuvo mi cuerpo, pero mi alma sigue indefensa, intacta y anhelando su fuego... sé que este ángel negro de alas blancas puede tener sed de sangre, sed de sexo, puede abrir las alas al viento y atacar a sus víctimas, resurgir de las cenizas y alzar el vuelo, pero por mucho que abra las alas y entregue su cuerpo, no puede entregar sus sentimientos, pues estos ya tienen dueño...