sábado, 29 de mayo de 2010

Entre las sábanas me encontré a mí misma...


Me acosté sin sueño, sin ganas de nada, inapetente totalmente... estaba ahí, tumbada sobre la cama, un picardías de raso pegado a mi cuerpo y sobre él las sábanas... boca arriba, con las piernas flexionadas, abiertas, entre mis dedos un libro, triste, incluso me resultaba aburrido, entre mis piernas, dos bolas de pelo jugando, moviéndose, y cada caricia del pelo suave hacía que me alejara más de la habitación, que mi mente dejara de volar con el libro y me costara cada vez más mantener la concentración...
Una mano se deslizó por debajo del camisón a la vez que posaba el libro y comencé a acariciarme por encima de las braguitas, notando como me encendía cada vez más por dentro y me deshice de las braguitas rápidamente, arrojándolas al suelo sin piedad, sin miramientos.
Mis dedos se humedecieron con la saliba y comenzaron a jugar con caricias suaves en mis labios, cada vez más ardiente por dentro, tomé de la mesilla de noche el vibrador y con mis labios le puse un preservativo, el sabor del chocolate hizo que me relamiera, más por el placer que me esperaba que por el sabor que había en mi boca...
Seguí acariciándo mi clítoris mientras introducia el vibrador en mi vagina, ya encendido, notando cada vibración, lentamente, suave, dulce, muy despacio, notando cada vibración en mi interior, gimiendo de placer al tenerlo dentro por completo, con las vibraciones en mi clítoris, moviéndolo muy despacio, casi sin sentir el entrar y salir, pero sí cada roce con el clítoris, abierta de piernas, encogida por los orgasmos que me invadían, uno tras otro y de mi garganta surgió la fiera, hablando entre sollozos conmigo misma
- Correte zorra, correte otra vez...
Y entre la bestia y la niña dulce no cesaban los espasmos, no cesaban los orgasmos, uno tras otro hasta dejarme rendida, con las piernas cerradas y casi sin fuerzas para parar la vibración que me estaba extasiando... tumbada de lado, con el vibrador aún dentro, encogida con las sábanas sobre mi cuerpo, inerte mientras el vibrador salía sólo de mi cuerpo, resbalando lentamente... ahí me encontré a mí misma, con la mente en blanco, la niña dulce que en la soledad se vuelve fiera, tacones de aguja y coletas infantiles, cara de niña buena y mirada traviesa, ternura en las caricias y violencia en la cama... ahí encontré a la mujer que desarma... y desarmada me dormí de nuevo...