miércoles, 19 de mayo de 2010

Ducha ardiendo...



Entro en el ascensor y observo mi cuerpo en el espejo, excesivamente delgada para mi gusto... pienso en qué hacer para engordar y ya no se me ocurre nada más, observo mi cara y me veo guapa, con la mirada atractiva de siempre, resaltada por el maquillaje obligado cada mañana, demasiadas ojeras... pienso, debería dormir más y pensar menos...


Cruzo el portal y, sentada en la cama, me quito los tacones despacio, me levanto, estiro mi cuerpo y dejo caer el vestido ajustado en el suelo, camino descalza hacia el baño mientras mis manos, entrelazadas en mi espalda, sueltan el sujetador que oprime mi pecho, me deshago de él y cae al suelo mientras me observo en el espejo, desnuda, natural, sólo cubierta con la minúscula lenceria de un tanga de encaje, el vientre plano, la curva de mis caderas más marcada que nunca con esa cintura estrecha que han dejado los nervios en mí, me veo atractiva, reparo en mi pecho y observo que ha disminuído demasiado, se me empiezan a marcar las costillas.... no puedo mirar más.


Me dirijo a la ducha y enciendo el grifo, mientras comienza a salir el agua caliente, retiro las orquillas de mi pelo y me deshago del tanga, arrojándolo al cubo de la ropa sucia con gran puntería... compruebo la temperatura del agua y es ideal para zambullirme dentro, completamente desnuda con el agua resbalando por mi cuerpo, mi voluminoso pelo pegado al cuero cabelludo, empapado, me quedo inmóvil, disfrutando del momento y como si me entrara la prisa reacciono, enjabono mi pelo concienzudamente, frotando cada rincón de él, y me sumerjo bajo el agua de nuevo para aclararme...


Ocurre algo inesperado pero deseado, se abre la puerta del baño y aparece su cuerpo, vestido sólo con una sonrisa mientras se introduce en la bañera conmigo y sus manos frotan mi cuerpo, sin esponja, sin jabón, sólo el roce de su piel y el agua que me hacen arder por dentro mientras sus labios encienden los míos en cada beso, bajo el agua... me siento pequeña y grande a la vez, ironía que se olvida cuando sus manos bajan por mi cintura y rebuscan entre mi sexo, húmedo, resbaladizo, y me agacho frente a él, siendo aún más pequeña, siendo ahora el juguete de sus deseos mientras mis labios rozan su pene erecto y mis manos acarician sus muslos, recorren su cuerpo con ansia, con ganas...


Me levanto y cierro el agua, dulce ducha que me relaje luego, más ahora el calmante de mi cuerpo es otro, salgo de la ducha apresurada, sin apenas secar mi cuerpo y le tiendo una toalla a la vez que mis manos le arrastran al dormitorio, deleitando mi mirada con su cuerpo desnudo, torso musculado y empapado frente a mí, tumbada en la cama mientras se coloca sobre mí y besa mis labios, acaricia mi cuerpo con ternura y yo, cada vez más húmeda... mientras sus dedos penetran mi cuerpo, con movimientos secos de su mano, cada vez más fuertes, cada vez más placenteros...
No puedo más, me invaden las ansias y el deseo, y me subo encima de su cuerpo, besando sus labios, rozando su cuello, voy bajando hasta donde termina el deseo y mi lengua juguetona hace que se encoja su cuerpo mientras sus labios, apretados, de vez en cuando pronuncian palabras entornadas por el placer... y resbala por mi cuerpo, con su lengua recorriéndolo, haciéndome gemir de placer en cada movimiento, con cada roce que me humedece cada vez más, que me hace desear más, quiero sentirle por dentro, gritar de placer con su cuerpo y le pido que me penetre, que me haga llegar al cielo...
Me coloco sobre él y grito cuando le siento, vivo en Babilonia mas esto es el paraíso y sé que él no es Adan, más es el amante perfecto, me lo demuestra en cada movimiento, en cada embestida bajo mi cuerpo, incapaz de moverse con cada cosquilleo que le invade, con cada orgasmo que provoca en mis adentros... y en este juego se precisa movimiento, se precisa sentir aún más el fuego así que tomo aire y me contengo, comienzo a mover mis caderas a un ritmo frenético, un ritmo que le hace gemir, y siento más el fuego cuando veo que le gusta, cuando su rostro desencajado deja entrever ese placer que le quema por dentro...
Se sienta en el borde de la cama y yo, sobré él, mis piernas cruzadas en su cintura, y me muevo, me muevo clavando mis dedos en su espalda, con miedo, más quiero clavar mis uñas pero me freno en mis impulsos y jadeo, jadeos de placer que hacen eco, que se entremezclan con los suyos mientras levanta mi cuerpo como si de una niña se tratase y me eleva al cielo, al cielo de sus alturas, al cielo del placer....
Y el agua sigue resbalando por mi cuerpo, he perdido la noción del tiempo y me invade el calor por dentro, calor que me quema el cuerpo mientras observo mi mano entre mis piernas, el agua resbalando por mi pecho, dibujando cada curva de este cuerpo delgado, de este cuerpo que provoca que muchos giren el cuello... y este calor me sigue quemando por dentro, me abrasa el recuerdo de sus labios bajo el agua, de la fusión de nuestros cuerpos en aquel momento...

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